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omo los que usaba Jackie Onassis, de aviador, con estilo futurista... los anteojos de sol son el accesorio de moda preferido en la playa. Pero no sólo sirven para lucirse: también son un complemento de los mecanismos naturales del ojo para protegerse de los rayos ultravioletas. Los especialistas advierten que durante el verano el cuidado de la vista es tan importante como el de la piel, ya que la exposición a la luz solar sin protección puede causar daños oculares, como lesiones en la córnea y cataratas. “Los rayos del Sol no hacen bien a los ojos. Por eso durante las horas de mayor incidencia –entre las 10 y las 16– hay que protegerse: estar a la sombra, utilizar una gorra o anteojos que filtren el 100% de los rayos UV”, explicó Graciela Reybaud, directora del Hospital Oftalmológico San Lucía, de la Ciudad de Buenos Aires. La luz solar que llega al ojo atraviesa la córnea, el cristalino y el vítreo para llegar finalmente a la retina (ver gráfico). De este modo, todas estas estructuras, junto con la conjuntiva, están expuestas a sufrir posibles alteraciones inducidas por los rayos UV. ¿Qué pasa si no se utiliza un filtro solar? “Los problemas van desde trastornos leves o molestias, como la queratitis (inflamación de la córnea) y conjuntivitis (inflamación de la conjuntiva) hasta más graves como la opacidad del cristalino (catarata) y la degeneración macular”, sostuvo Carlos Plotkin, director de la carrera de especialista en Oftalmología de la Facultad de Medicina de la UBA. Los daños que los rayos UV ocasionan al ojo son acumulativos, como sucede con la piel; es decir, que los síntomas de posibles enfermedades oculares pueden aparecer mucho tiempo después de la exposición solar. Alerta. El ojo cuenta con sus propios mecanismos de protección contra el Sol: con el aumento de la luminosidad el párpado se cierra, la pupila se contrae para que lleguen menos radiaciones y el cristalino actúa como un filtro natural. Pero en ciertas circunstancias puede no ser suficiente, por ejemplo en superficies que aumentan el efecto de la radiación, como la arena, el agua o la nieve. En esas circunstancias es imprescindible utilizar anteojos. A la hora de elegir, los especialistas recomendaron comprar anteojos con filtro solar, que cubran los laterales del ojo y, preferentemente, que sean marrones o grises; no totalmente negros. “Muchos de los anteojos que se venden en la calle no bloquean los rayos UV y pueden ser contraproducentes: si son muy oscuros hacen que la pupila se dilate y la incidencia de los rayos sea mayor”, advirtió Plotkin. Tres de cada cuatro anteojos que se venden en kioscos, farmacias o la vía pública son “truchos”. “Desde la década del 90, que se abrió la importación china, en la calle se ofrecen anteojos de mala calidad, que no protegen contra el Sol y cuestan entre $ 15 y 40. Son un peligro porque están hechos de plástico y pueden producir alteración de la visión en los contrastes, relieves y colores”, manifestó Ramiro Zilvestein, gerente de la Cámara Argentina de Industrias Opticas y Afines. Este organismo, junto a la Cámara Argentina de Opticas y el Colegio de Opticos de la Provincia de Buenos Aires, lanzaron este mes la campaña de concientización No juegues con tus ojos, donde advierten que “comprar anteojos en la calle pone en riesgo la salud visual”. ¿Cómo diferenciar los “truchos” de aquellos que cumplen con las normas de calidad? Los especialistas consultados por PERFIL aconsejaron prestar atención al material: en general, las lentes que se venden en las ópticas son de cristal mineral, orgánico y policarbonato, y los de la calle suelen ser de plástico. “Hay que leer con atención la información de la etiqueta: debe decir de qué material está hecho y que bloquea el 100% de los rayos UV. Es importante que se adquiera en una óptica para garantizar que el producto sea apto”, concluyó Zilvestein. (Perfil)