E
l muchacho, hijo del paranaense Abel Madariaga, había solicitado a la Justicia que se declare la falsedad de la información obrante en los documentos públicos en los cuales fue inscripto como hijo biológico de Víctor Alejandro Gallo e Inés Susana Colombo, apoyándose tal pedido en las conclusiones del informe genético, entre otras pruebas. En su fallo, la jueza Arroyo Salgado hizo lugar al planteo ante el “excesivo” tiempo que llevaría esperar una eventual sentencia definitiva para corregir sus datos de conformidad a las disposiciones del Código Penal y señaló que en el caso está en juego una variada gama de situaciones que afectarían a la víctima, pudiendo derivarse cuestiones que atañen al ejercicio de una pluralidad de derechos vinculados con las relaciones de familia y derechos hereditarios, “pasando incluso a influir en simples circunstancias de la vida cotidiana, como ser, identificarse ante cualquier autoridad pública con su actual DNI que contiene datos contrarios a su verdadera identidad”. La magistrada explicó además que lo que está en discusión no es sólo “el nombre ‘per se’ sino una distinción que se corresponde con la identidad del interesado como la expresión unitaria de la aptitud de la persona humana para ser titular de derechos y deberes en el plano del comportamiento y las relaciones reglamentadas”. Ciento uno Francisco Madariaga Quintela fue presentado el 23 de febrero pasado como el nieto número 101 en recuperar su identidad e hijo de Silvia Mónica Quintela y Abel Pedro Madariaga, ambos militantes de Montoneros. Silvia Quintela era médica y tenía 28 años cuando fue secuestrada, el 17 de enero de 1977, embarazada de cuatro meses. A las 9.30, y mientras caminaba rumbo a la estación de tren de la localidad bonaerense de Florida para encontrarse con una amiga, fue rodeada por tres vehículos pertenecientes a un grupo de tareas del Primer Cuerpo del Ejército, introducida en un Ford Falcon y llevada con rumbo desconocido. Silvia dedicaba parte de su tiempo a la militancia y a la atención de personas carenciadas en una clínica de Beccar. Abel Pedro Madariaga nació en Paraná, cursó sus estudios primarios en la Escuela Normal, pero era un chico todavía cuando dejó la ciudad, primero para instalarse en Olivos y luego en Capital Federal. Era secretario de prensa y difusión de Montoneros y fue testigo del secuestro pero logró escapar. Exiliado primero en Suecia y luego en México, Madariaga regresó temporalmente a la Argentina en 1983, donde se entrevistó con varios sobrevivientes del centro clandestino de detención que funcionó en Campo de Mayo. Cuando volvió definitivamente al país se unió a Abuelas de Plaza de Mayo para encabezar en persona la búsqueda que le permitiese dar con el paradero de su compañera. A través de diversos testimonios consiguió datos fehacientes de su destino de cautiverio y del nacimiento de su hijo. Apropiador El chico fue inscripto como Alejandro Ramiro Gallo, hijo biológico de Víctor Alejandro Gallo e Inés Susana Colombo, nacido el día 5 de julio de 1977 en Campo de Mayo. El capitán retirado del Ejército y ex carapintada Gallo fue detenido el 20 de febrero, mientras se daba a conocer a las partes el resultado de los estudios genéticos que probaban en 99,99 % que el joven es hijo de Silvia y Abel, e imputado por el delito de apropiación ilegal de un menor de edad. En 1997, había sido condenado a 10 años de prisión, por la Cámara Penal de San Martín, por los delitos de robo calificado, tenencia de arma de guerra, privación ilegal de la libertad y coacción, junto a otras dos personas que la Justicia condenó por la llamada Masacre de Benavídez, ocurrida el 6 de septiembre de 1994. “Yo sentía que no pertenecía a esa familia porque eran muy violentos (…) Fueron 32 años de angustia, de vivir mucha violencia y maltratos. Ha sido una historia oscura que por fin terminó”, dijo Francisco el día de su presentación.