D
e la redacción de INFORME DIGITAL El entusiasmo porque recibirían a los representantes de la UIA para festejar en su casa el Día de la Industria les duró poco. Hasta que vieron reflejado el impacto que podría tener la presencia de la entidad en Entre Ríos. La institución que preside Héctor Méndez había decidido trasladar el agasajo a esa provincia para evitar exponerse en Buenos Aires y sentirse con el compromiso de tener que invitar a la presidenta Cristina Fernández y otros miembros del gabinete, en momentos de gran tensión entre el empresariado y el oficialismo. La UIA había cursado todas las invitaciones a las pymes del interior, pero debió suspenderlas. A través de un comunicado, la central empresaria afirmó que “por razones de agenda política de Entre Ríos, se suspendió la participación de la UIA en el evento a realizarse el viernes en dicha provincia”. El comité ejecutivo de la institución se enteró , a raíz de un llamado del entrerriano Héctor Motta –vocal– a Méndez y al secretario, José Ignacio de Mendiguren. Fueron ellos quienes comunicaron la decisión al resto del grupo y fue tal el malestar que se generó que optaron por suspender definitivamente el festejo. “Coincidimos en que lo mejor es mostrar el vacío”, señaló un industrial. El evento de Entre Ríos se hizo de cualquier manera. Diferencias En el acto de este viernes Urribarri se encargó de marcar la cancha sobre el tema y señaló que tenía en claro “las diferencias que existen entre nuestro empresariado y algún empresariado del área central de nuestro país. Sinceramente creo que nuestros empresarios se preocuparon más en ser competitivos que en ser mediáticos, y eso habla muy bien de ellos”. Aseguró luego que: “Estoy dispuesto a trabajar con las autoridades que los representan, pero también individualmente con cada uno de ellos. Sepan que tendrán todo de mí y que el Estado entrerriano estará a la altura de las circunstancias en este proceso que no se repetirá en la Argentina”. “Hay que ser sinceros”, agregó. “Los soportes para que se desarrolle la economía en la Argentina, no se han dado muchas veces en la historia. La protección a la industria nacional que se ha dado en estos últimos años también es inédita y esto hay que tenerlo en la memoria colectiva, sino podemos cometer graves errores. Con esta sinceridad que me caracteriza, voy a seguir trabajando y diciendo las cosas cuando deba decirlas”, finalizó. Según fuentes de la entidad citadas por Ambito Financiero, Motta les explicó que había recibido un llamado del presidente de la UIER, Carlos Galuccio, para manifestarle que “la presencia de la UIA el viernes complicaría la jornada” y que era más conveniente que no asista. Las interpretaciones fueron varias, pero la mayoría de los empresarios coincidieron en que “hubo presiones del gobierno provincial” para evitar problemas con la Casa Rosada. Pero una fuente de la provincia aseguró que “fue una decisión de Galuccio por su cercanía al gobierno de Sergio Urribarri”. Carlos Galucchio, presidente de la UIER, fue quien les dio la noticia a los jefes de la UIA: Urribarri le informó que si ellos viajaban a Paraná, no contaría con él ni su gabinete en los festejos. Galucchio, presente “Creemos y somos de los que nos gusta resaltar los aciertos, también somos de los que creen que se debe opinar con altura y honradez cuando las cosas no se hacen como el empresariado cree que se debe hacer”, indicó Galuccio sentado al lado del gobernador entrerriano. Subrayó también que “en ese ámbito de respeto y honradez es que la Unión Industrial de Entre Ríos siempre ha tratado a los gobiernos municipales y provinciales y así lo seguirá haciendo”. Aseveró que esto “es parte de los paradigmas que hemos planteado para llevar adelante esta institución y es bueno que el gobernador Urribarri sepa que en la UIER siempre tendrá una voz clara y confiable a quien escuchar para poder hacer de Entre Ríos la provincia que todos soñamos”. La decisión de la UIA de suspender el festejo aún en Buenos Aires se debió no sólo al malestar que generó el supuesto pedido entrerriano, sino también a la necesidad –creen algunos– de bajar los decibeles en el enfrentamiento con el Gobierno y poder hacer el mejor equilibrio entre la presión que imponen las grandes empresas para continuar mostrando signos de quiebre y las pymes, muchas de las cuales se ven tentadas para asociarse a CAME que, por su vínculo con el Gobierno, logra mayores beneficios.