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ay situaciones que asombran, interiormente pensé que la muerte de una persona podía generar diversas sensaciones sobre la gente, melancolía, asombro, dolor, tristeza e incredulidad pero sinceramente que muchas personas festejen la muerte de Néstor Carlos Kirchner, me pareció un retroceso en la democracia preocupante. Y no lo digo por que me contaron, lo escribo por que escuchaba con estupor en un comercio de barrio ó en alguna reunión de amigos esas extrañas y desagradable frases, “por Hijo de P... se murió”, “como no desaparecieron los dos” y otras menciones que no vienen al caso, por que en definitiva la situación de fondo que me dejó atónito era que los que proferían o destilaban ese sentimiento de odio no eran políticos opositores, si no ciudadanos comunes, trabajadores, si bien no es para generalizar, merece una reflexión o preguntarnos Por Qué? Un sentimiento de alegría, de triunfo se concibe cuando se logra alcanzar algún objetivo que en la vida le costo mucho ó le produjo mucha satisfacción en lo afectivo, en lo espiritual o simplemente por que le llegó al alma, pero alegría por que se haya muerto hasta el peor enemigo no es una sensación normal, habla muy mal de esas personas que seguramente deben tener el corazón tomado completamente por el odio, el rencor, sus misma inseguridades que no le permiten distinguir, que puede haber diferencias, distintos puntos de vistas y que sus expresiones de alegría afectan a gente que sentía afecto sincero por ese ser humano que dejo de existir en forma inesperada y lo mínimo que se reclama es respeto. Simplemente respecto. Estamos construyendo una nueva democracia entre todos, debemos acepta la diversidad de opiniones de ideologías, donde el requisito primario es el respeto a las ideas que se combaten de una sola manera con mejores ideas, no podemos concebir el insulto a un muerto, cuando se llega a ese extremo me parece que es hora de hacerse un replanteo del por que tanto odio, tanta miopía intelectual y que las diferencias políticas no se dirimen con burla ó festejando una muerte. Seguramente esos individuos están enfermos el odio y la envía invadió su alma, su lógica de razonamiento y esta enfermedad les impide establecer parámetros de convivencia, no se adaptan a una vida en democracia ó simplemente son tan primarios que piensan en su rutina diaria que con la muerte de un dirigente político que no es de su agrado su conciencia su acalla. Indudablemente hay un sector de la sociedad minoritario que necesita imperiosa y urgentemente un tratamiento social, por que la misma democracia les permite hablar en público aunque al escucharlos signifique una repulsión total. El corazón y el alma de estos individuos no tendrán paz hasta que ellos mismos comprendan que la felicidad es un sentimiento que no se confunde con lo morboso. Juan Carlos Botta – El Disparador Uruguay [email protected]