Sábado 19 de febrero de 2011
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Policiales
Más testigos sobre vuelos de la muerte en el sur de Entre Ríos
Dos hombres revelaron que Prefectura colaboraba para ocultar evidencias dejadas por quienes arrojaban cadáveres desde helicópteros al delta y ríos del sur de la provincia.
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o hicieron al declarar ante el juez Eduardo García Jurado de Gualeguaychú, que investiga la muerte del uruguayo Julio Ramírez Barrios, testigo en los juicios a funcionarios del ejército del país vecino. El juez cree que el hecho ocurrido en diciembre pasado no tiene relación con los delitos de lesa humanidad que investiga la justicia uruguaya, pero reveló que en la causa por el deceso de Ramírez Barrios, sorpresivamente, aparecieron nuevos testimonios sobre los vuelos de la muerte en Islas del Ibicuy. El juez García Jurado tiene a su cargo esclarecer el modo en que perdió la vida un ex integrante de fuerzas de defensa de Uruguay, que el 13 de diciembre del año pasado murió en el río Sauce, en Ibicuy, cerca del río Paraná y a pocos kilómetros de donde se origina el Río de la Plata, en el extremo sudeste de la provincia de Entre Ríos. En un primer momento se dijo que la muerte del uruguayo podía tener relación con los juicios por los crímenes de la dictadura en el vecino país, ya que Ramírez Barrios había declarado como testigo. Algunos medios uruguayos indicaron que se estaría ante un caso similar al de Jorge Julio López. Por ejemplo, el diario La República de Montevideo dijo que Ramírez “fue hallado muerto y mutilado en aguas del Río Uruguay”, y describió a la víctima como un ex soldado uruguayo que “aportó valiosa información sobre cementerios clandestinos de detenidos desaparecidos durante la dictadura militar (1973-1985)”. Según ese matutino, el cuerpo fue encontrado por la Prefectura Argentina, con la cara y el pecho destrozados, un brazo mutilado y una puñalada en el abdomen. PRUEBAS. Sin embargo, García Jurado le dijo ayer a Radio Máxima de Gualeguaychú que “todos los elementos de convicción reunidos, que merecen respeto en cuanto a su autenticidad, indican que estamos ante una muerte accidental”. El magistrado explicó que, además de las pericias médicas, logró el testimonio de dos lugareños que vieron a Ramírez en el momento de la caída a las aguas. De esos testimonios se desprende que el uruguayo se encontraba sobre un pontón junto a otro hombre de apellido Ferreira (que es quien denunció la desaparición), y que en un momento dado se habría parado sobre la embarcación para ayudar a poner en marcha el motor que se había descompuesto, y perdió el equilibrio. “Esto emerge de los dichos espontáneos y rápidos de dos testigos que ven desde la costa cómo cae accidentalmente, con botas de goma puestas, y aparentemente no sabía nadar” explicó García Jurado, que además detalló que el río Sauce “es muy correntoso y tiene un cauce de barro blando, lo que facilita que los árboles que se van cayendo se entierren y afloren sus puntas”. Con uno de esos palos filosos se habría lastimado la víctima, indicó el juez. Agregó que el cadáver fue rescatado por buzos de prefectura días después, en otro sector de la zona del delta, en parte mutilado, “posiblemente por los peces, y otras partes del cadáver con marcas de heridas provocadas aparentemente por esas ramas”, se explayó. De todos modos, aclaró que faltan algunas pruebas, como por ejemplo un cotejo entre el líquido encontrado en los pulmones y el agua del lugar donde cayó del pontón, fundamental para saber “si el cuerpo no fue trasladado después de la muerte”. CONSPIRACIÓN. Sobre la versión de una presunta relación de la muerte de Ramírez Barrios con su calidad de testigo, García Jurado aseguró que corresponde “descartar de plano cualquier hipótesis de conspiración para matarlo. “Esa versión fue recogida por un periódico de Montevideo, en forma aislada, y no encuentra ratificación alguna. Aquí hubo una muerte, y la única duda que subsiste es si fue accidental o si fue porque la persona que denunció la desaparición le aplicó alguna puñalada. Pero por ahora hay dos testigos intachables, que dicen que lo vieron caer en forma accidental y que el hombre no sabía nadar” recalcó el juez de Gualeguaychú. García Jurado dijo que la presunta relación con la calidad de testigo de la víctima es un dato “de algún sector de la prensa novelesca para vender más, o con algún interés político, para meter miedo a los testigos que van a tener que declarar en los juicios de la verdad uruguayos, que vienen bastante más lentos que los juicios de averiguación de la verdad de nuestro país”. REVELACIÓN. En un tramo de su entrevista con los periodistas de Radio Máxima, García Jurado aseguró que los dos testigos que vieron caer a Ramírez Barrios al río le generan confianza y no pueden ser sospechados de tratar de encubrir una supuesta conspiración contra un testigo clave. Y lo fundamentó, revelando que al declarar sobre el hecho, los lugareños comenzaron a recordar viejas historias de cuerpos flotando y cadáveres arrojados al río desde helicópteros, entre los años 1976 y 1980, en la zona del delta. “No tuvieron ningún tapujo en hacer una crítica directa sobre la actuación de la Prefectura durante la dictadura” dijo el juez. Luego explicó que por una cuestión de incompetencia, extrajo esa parte de los testimonios referidas a los delitos de lesa humanidad y los remitió al juez de Concepción del Uruguay, Gustavo Pimentel. “Me declaré incompetente parcialmente y le remití los testimonios el 14 de febrero, para que investigue esas supuestas desapariciones forzadas de personas o de cuerpos sin vida, elementos probatorios de hechos que precisamente tenderían a encubrir la desaparición forzada de personas por parte del terrorismo de Estado”, expuso García Jurado. El funcionario recordó que ya en 2004 había recibido un testimonio sobre supuestos vuelos de la muerte en el río Bravo, una zona de mucho caudal del delta del Paraná, y que en ese momento también lo remitió al Juzgado Federal. Ahora, los testigos del caso Ramírez Barrios habrían aseverado que “alguna fuerza militar o paramilitar arrojaba cuerpos sin vida”, y que hubo una “actuación cómplice de Prefectura que colaboraba para hacerlos desaparecer de la zona del río Sauce, que es un brazo del Bravo”. Concretamente, habrían develado que algunos cuerpos eran arrojados dentro de tambores de 200 litros rellenos con cemento, pero que otros cadáveres eran tirados sin ningún peso adicional, por lo que flotaban y llegaban a las costas: “estos testigos dicen que en aquella época avisaron a Prefectura y esa fuerza tuvo una actitud totalmente encubridora” explicó el juez. Consultado sobre la posibilidad de que haya más testigos de los vuelos de la muerte en la zona de islas García Jurado opinó que “debe haber, pero es una zona escasamente poblada y han pasado muchos años”. (El Diario)
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