Miércoles 27 de julio de 2011
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Interés general
Cómo hizo Enersa para deshacerse de 8 toneladas de basura electrónica
En 2010 iniciaron un relevamiento de cuántos deshechos tenían en depósito y establecieron un diagrama para su disposición final, que se concretó ahora. El Concejo Deliberante de Paraná intentó una estrategia parecida, pero naufragó.
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a cámara digital de fotos tiene las pilas descargadas, y si no son recargables, el camino se abre fácil para cualquier mortal: le pone unas nuevas, y desecha las viejas. ¿Qué destino tienen las pilas viejas? El tacho de la basura, junto a los restos de yerba, las cáscaras de naranja, la papelería que no sirve, los restos de comida. No sólo se desechan de modo ramplón las pilas de la cámara de fotos; también los celulares que ya no cumplen ninguna función; los televisores; las pantallas de PC; las PC, empujadas a la prehistoria por las notebooks, las netbooks o, su versión más actual, los tablets, que incorporan dos funciones en una: celular y computador personal. De acuerdo con los datos de Greenpeace, en el país se producen al año 120 mil toneladas de basura electrónica, lo que supone tres kilogramos por habitante y por año. Más todavía: un artículo publicado por la consultora Grupo Eco Gestionar SRL da cuenta que la basura electrónica genera el 70 % de la contaminación de metales pesados (mercurio, cadmio, plomo, bromo, selenio, etcétera) en basurales o rellenos sanitarios. ¿Qué se hace para evitar la generación de un Volcadero tecnológico? Avances, y no El país procura reglamentar el destino final de la basura electrónica, aunque se avanza lento. En mayo último, la Cámara de Senadores dio media sanción al proyecto de ley de Presupuestos Mínimos para la Gestión de Residuos de Aparatos Eléctricos y Electrónicos (RAEE), o sea un instrumento legal que establezca de qué modo deshacerse de la basura electrónica. El avance se dio luego de más de tres años de debate en la Comisión de Ambiente y Desarrollo Sustentable de la Cámara alta. En grandes líneas, la norma establece la extensión de las responsabilidades legales y financieras de los productores de aparatos eléctricos y electrónicos hasta el final de la vida útil de sus propios productos (responsabilidad extendida del productor). O sea, la obligación de establecer claramente adonde va una pila cuando ya no tiene vida útil. También, la prohibición del uso de sustancias contaminantes en la fabricación de nuevos artefactos; y la creación de una infraestructura a nivel nacional para el descarte, acopio, transporte, reutilización y reciclado de los RAEE. Los residuos de aparatos eléctricos y electrónicos son generalmente descartados como residuos domiciliarios ya que surgen del flujo habitual de los residuos domésticos. Sin embargo, estos residuos son considerados peligrosos por sus características y, en virtud de su peligrosidad deben tener una recolección diferenciada de los residuos urbanos comunes. De ser aprobado el proyecto de ley ahora en debate en el Congreso de la Nación, se establecerá por primera vez un sistema nacional de gestión para pilas, baterías, computadoras, heladeras, teléfonos de todo tipo, lámparas de bajo consumo, televisores, electrodomésticos, etcétera, una vez finalizada su vida útil, es decir, cuando el consumidor de deshace de ellos. En Paraná se pretendió avanzar en 2010 en una iniciativa semejante. A la propuesta la impulsó el concejal radical Horacio Piceda con el propósito de encontrar una solución al destino de los residuos electrónicos y rezagos informáticos –computadoras, servidores CPU, monitores, notebooks, impresoras, entre otros–, rezagos de telecomunicaciones –teléfonos fijos, faxes–; celulares en desuso; baterías (de níquel, cadmio) y accesorios como cargadores o transformadores. Todo, claro, quedó en agua de borrajas. Un proyecto de resolución que fue aprobado en 2010 por el Concejo Deliberante para buscar tratamiento y solución a la basura electrónica en Paraná “quedó en la nada, sin ningún tipo de apoyo ni perspectiva a nivel municipal y provincial”, admitió Piceda. Otro sí Facundo Varrone es ingeniero ambiental, se desempeña en la gerencia de Relaciones con la Comunidad y Medio Ambiente de la distribuidora estatal Energía Entre Ríos SA (Enersa) y coordinó una tarea que puso a esa empresa a la vanguardia de los entes estatales en cuanto a la disposición final de los residuos informáticos. A fines de 2010, Enersa empezó un relevamiento de los residuos electrónicos y eléctricos existentes en sus depósitos. Sólo en cartuchos de toner consiguió llenar 11 pallets, cerca de 900 kilogramos. Se contabilizó, se embaló y se lo envió a todo a una empresa encargada de su incineración, en Concordia, Horizonte Gases SRL. De la misma manera se hizo con CPU, faxes, teléfonos, y residuos parecidos. En este caso, lo que se reunió fue mucho más importante: ocuparon 24 pallets con 8 toneladas de residuo informático. Se contrató a una empresa de Buenos Aires, se envió allí los desechos, y desde ahí, a Suiza, donde existen firmas encargadas del reciclado de ese tipo de materiales. La próxima etapa, contó Varrone, será el reciclado del papel, un insumo muy utilizado por la distribuidora eléctrica. El presidente de la distribuidora eléctrica provincial, Juan Carlos Chagas, se puso al frente de esa tarea de cuidado del medio ambiente de la distribuidora eléctrica. “Debido a las características de Enersa, y dada la imperiosa necesidad de preservar nuestro entorno, desde la gerencia de Relaciones con la Comunidad y Medio Ambiente se está haciendo hincapié en todos los aspectos ambientales que nos concierne, ya sea para mitigar todo impacto que pudiera producirse ante la realización de cualquier obra eléctrica, como para cumplir con nuestra responsabilidad de manejar sustentablemente nuestros materiales de rezago”, señaló. Lo que se hizo en Enersa se hizo así: 900 kilos de tóneres (cartuchos de impresoras) agrupados en 11 pallets, que se fueron colectando siguiendo el rumbo de lo que va al descarte. Con el material informático, lo mismo: lo que no fue donado, se lo categorizó como “scrap” o rezago. Así, después del inventario, y el descarte de lo que no servía más, la distribuidora comercializó para su posterior reciclaje y valorización de materiales una cantidad cercana a las 8 toneladas de equipos informáticos en desuso que incluye unidades como monitores, impresoras, ordenadores, módulos de telecomunicación, faxes, plotters. Todo eso viajó a Suiza, adonde existen firmas especializadas en la disposición final de esos residuos. Pero el tema todavía no está resuelto en la amplia geografía del Estado. Carlos Marcelo Haidar, director de Informática de Entre Ríos, dice que el asunto está todavía en la columna de los temas por encarar. “Pensamos implementar un plan de disposición final de los residuos. Pero todavía no lo hemos considerado necesario. Lo que ahora hacemos es, cuando un equipo no se utiliza, se lo envía a alguna escuela, pero no con todos los equipos sucede eso. A otros los mandamos a los depósitos de Vialidad, pero ahí ya está todo saturado. Por eso, ahora lo que se plantea es realizar toda una gestión integral de baja de esos equipos. En eso estamos, viendo qué hacer”, sostuvo el funcionario. Para destacar Durante el 2010 se vendieron un millón de TV o LCD, unos 12 millones de teléfonos celulares, 1,2 millones de sistemas de impresión y cerca de 2,65 millones de computadoras entre PC, netbook y notebooks. A ello hay que sumarle varios millones más entre heladeras, aire-acondicionados, TV, equipos de audio/video, electrodomésticos, lavarropas, sistemas de alarmas, juguetes, expendedores automáticos, equipos médicos, electrónica automotriz; etcétera. 1.000.000 de computadoras, estima Greenpeace, se desecharán a lo largo de 2011 en la Argentina.
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