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a violencia y el enojo estallaron el viernes a la siesta en España al final en Paraná, en el barrio Villa María, donde un hombre de 35 años tras ser perseguido por una turba enardecida lo golpeó salvajemente y le provocó lesiones importantes con machetes. El brutal ajuste de cuentas terminó con arrojar al arroyo Antoñico al inconsciente por los golpes en una proclama de justicia por mano propia. Según se informó, “el ajusticiamiento del delincuente es por los robos que hace en la zona y por la violación de una menor”. El barrio, ubicado en la parte baja de la barranca, es habitado por personas de bajos recursos, pero también con el orgullo de tratar de ser honestos. Ante esto, los rebasó la situación de conocer que un vecino fue acusado de varios robos internos y de ser el responsable de un aparente abuso sexual con acceso carnal de una menor del vecindario. Un vecino aseguró que cerca de 30 personas lo esperaron y rodearon, y al tratar de aclarar las cosas recibió patadas, trompadas y como si esto fuera poco los más enardecidos utilizaron tres machetes para herirlo en todo el cuerpo. Pese a resistirse, el acusado fue reducido con facilidad por lo que tras ser golpeado con todo lo que pudieron lo arrojaron al arroyo Antoñico. Los familiares, es decir su madre ya entrada en años y algunos pocos amigos, trataron de salvarlo, en tanto que se llamó a la Policía. Móviles del Comando y de la comisaría quinta llegaron al lugar, ubicado en la parte este de Paraná, con el fin de tranquilizar la zona y a los vecinos que estaban violentados por las corridas y el intento de ajusticiamiento. Tras ser rescatado el agredido, sin habla y casi inconsciente fue derivado al hospital San Martín. Allí los médicos constataron que el hombre había sufrido hundimiento craneal, cortes, lesiones y chuzazos de todo tipo. Por el carácter de los golpes fue internado en estado grave en la Unidad de Terapia Intensiva del nosocomio capitalino. Al retirarse la ambulancia del barrio se escucharon gritos de alegría y hasta aplausos de un sinnúmero de vecinos que estaban apostados en la barranca, que al mejor estilo de una tribuna miraron con atención la persecución y feroz golpiza. Nadie lo ayudó, por el contrario, al quedar casi desmayado en el arroyo hubo gente que comenzó a arrojarle ladrillos y otros objetos contundentes para seguir golpeándolo a la distancia. El jefe de Operaciones de Paraná, Daniel Randissi, y el jefe del Comando, Cristian Medrano, con sus armas largas en mano, hablaron con los vecinos para apaciguar los ánimos. El problema surgió cuando el personal policial de la comisaría quinta intentó tomar declaración sobre el hecho. Prácticamente nadie quiso informar quiénes fueron los agresores y los motivos que llevaron a semejante agresión, incluso en el predio donde fue “cazado” se encontraron un par de piezas dentales y manchas de sangre esparcidas en la tierra. Off de record los vecinos aseguraron que el ajuste de cuentas vino porque el violador sería reincidente, pero además se tomó como un agravio al barrio que el hombre, que vive en el mismo sector, haya sido el autor de varios robos. Los familiares del agredido prefirieron no hablar sobre el hecho y se preocuparon más en esa instancia por consolar y tranquilizar a la anciana madre, que se descompensó al ver a su hijo maltrecho.