Domingo 20 de noviembre de 2011
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Política
La titular del CGE afirma que le molestan los paros
Bar manifestó: "El abuso de no dar clases no me parece bien. Veinte días en un año es una pérdida terrible”. Además, consideró que una buena escuela "es la que da clases, la que tiene docentes que no faltan”.
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A Graciela Bar no le gustan los paros.

G

raciela Bar ya planifica lo que hará cuando termine su segunda gestión al frente del Consejo General de Educación (CGE), en menos de tres semanas. En una entrevista, habla de su gestión, del trabajo en las escuelas, de la explosión que significó para la escuela pública la inclusión de la Asignación Universal y se anima dar unos consejos a los padres en referencia al uso de la Playstation. - ¿De qué cosas se siente orgullosa? - Del trabajo hecho para la resignificación de la escuela secundaria. Haber iniciado ese cambio en el sistema que más falencias tenía, por ser el más expulsivo, el que no exigía, del cual los chicos se iban y no importaba, es un orgullo. También lo que hicimos en educación para adultos. No sólo en alfabetización, donde superamos la media nacional, ya que a un porcentaje del 2,7 lo redujimos a un 1,8 y pasamos de tener cinco a 450 centros de alfabetización, sino porque la educación de adultos era la hermana pobre del sistema y le hemos dado calidad. Y también por la formación docente, que es lo mío. Siempre había insatisfacción con la formación de los egresados, que era muy general y los preparaba para las escuelas de las zonas urbanas con contextos sociales sin muchos problemas. La formación de hoy, al ser más extensa, incluye educación sexual y ambiental, convivencia, mediación. Y estos cambios han sido acompañados con medidas que hacen a la autonomía de los institutos. Dice que está acostumbrada, aunque le afectan los insultos y las críticas. Y lo que verdaderamente le molesta son los paros. - No ir a dar clases es lo peor. La dirigencia gremial tiene que encontrar otra forma de manifestar su disconformidad. No me refiero a acallar voces. Fui gremialista y estuve en las luchas cuando nos descontaban del sueldo, nos bajaban el concepto y veníamos a manifestarnos, nos corrían con perros y caballos y teníamos que escondernos. Pero el abuso de no dar clases no me parece bien. Veinte días en un año es una pérdida terrible, sobre todo para los chicos de sectores más vulnerables, que son los que más sufren porque viven en hogares en los que no hay libros, ni revistas, ni papás que les enseñen, ni computadoras, ni club, ni arte, ni maestras particulares. Perjudicar a estos chicos no es defender la escuela pública. - ¿Cómo fue la relación con los gremios en su gestión anterior? - Trabajamos mucho juntos. Había dirigentes muy críticos entonces. Estaban Clelia Lavini, Beatriz Montaldo, Shirley Deymonnaz, Julia Tizzoni. Tenían un nivel profesional impresionante, eran estudiosas. Discutíamos teorías de la educación. En este mismo salón tenían lugar batallas campales. Pero acordábamos y salíamos juntos a trabajar los cambios en la escuela. Fueron los gremios, entonces, un gran acompañamiento desde lo profesional. En esta gestión, no veo eso, sino una actitud de permanente cuestionamiento. - ¿La inclusión trae nuevos desafíos? - Sin dudas, porque hay gente a la que le cuesta aceptar las diferencias cuando aparecen distintas condiciones sociales, de credo, de religión y hasta de género. Tenemos una escolta que hizo su elección de ser mujer y la hemos aceptado porque es parte de su libertad de elegir. Pero en la sociedad sigue habiendo discriminación. - ¿Ya se acomodó el sistema a la demanda que vino de la mano de la Asignación Universal por Hijo? - Fue un sacudón cuando se implementó. Tuvimos que alquilar salones, piezas, capillas, clubes. Pero ya se acomodó. Hemos desdoblado cursos y hay unas 50.000 horas cátedra más. Y nos acompañó la obra pública. No recuerdo otra gestión que haya invertido tanto. - Fue ni bien asumí, en febrero de 2008. Sentí un dolor, fui al médico y me diagnosticaron cáncer. Presenté la renuncia y el gobernador me dijo: “No Graciela, de ninguna manera, te vamos a esperar y te vamos a ayudar en todo”. Sentí su respaldo y aún me emociono cuando me acuerdo. Tuve mucho miedo de morirme. Después tuve que soportar la quimioterapia. Fue horrible, muy duro. Me ausenté durante el mes de marzo, cuando tuve que someterme a una cirugía, y luego faltaba a trabajar solo el día que me tocaba la quimioterapia. Me ayudaron mis compañeros de trabajo, entre ellos la vocal Graciela Maciel, que es muy trabajadora y responsable. Me recuperé y tengo un seguimiento exhaustivo. Hasta ahora va todo bien. Hay que ponerle garra y fuerza. Cuando volví, el 1 de abril, con mucha alegría nos reencontramos con el gobernador, lloramos, nos dimos un abrazo, el recordó a su padre, que también había padecido cáncer. Y seguimos trabajando. - ¿La relación con el gobernador y los miembros del gabinete siempre fue buena? - Muy buena. El gobernador confió y me respaldó. Lo mismo el ministro de Gobierno, Adán Bahl, que fue mi interlocutor más directo. En muchos momentos nos acompañó el vicegobernador, que es un estudioso de la educación. - ¿Y de Cristina (Fernández), qué opina? - Me encanta. Fuimos senadoras juntas. Es muy estudiosa y tiene una oratoria brillante. Siempre me consultaba sobre temas educativos. La aprecio, la respeto, la valoro muchísimo y le deseo que su próxima gestión sea aún mejor que esta, para bien de Entre Ríos y de todos los argentinos.
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