Jueves 24 de noviembre de 2011
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Policiales
Existe miedo entre posibles testigos del caso Grimaldi
Se busca agotar la pista que lleva al changarín de apellido Leguiza. Los que lo señalaron lo hicieron anónimamente y dicen tener miedo de acusarlo formalmente. El celular de la víctima fue vendido por un amigo de este sospechoso.
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La Policía busca profundizar la línea que llega a la Villa 351.

U

n muy paciente seguimiento de datos permitió a los investigadores de la División Homicidios, que se encuentran abocados a tratar de esclarecer el asesinato de Alicia Grimaldi, llegar, el miércoles de madrugada, hasta un domicilio de calle Rancillac, donde vive un hombre que reconoció haber comprado el viernes pasado un teléfono celular marca Nokia. Según las averiguaciones practicadas, se trataría del aparato de telefonía móvil que pertenecía a la víctima del homicidio perpetrado el miércoles 16 de noviembre en calle Chacabuco 678 de Paraná. El hombre de calle Rancillac –a quien se lo considera en el marco de la pesquisa un honesto trabajador de la construcción, sin antecedentes reprochables–, al enterarse de que podría tratarse del celular que le fuera robado a Grimaldi, lo entregó voluntariamente y reconoció haberlo adquirido la semana pasada. El aparato ya no tenía el chip que utilizaba su legítima propietaria y a partir de ese momento, confirmadas ya las versiones que permitieron unir eslabones del pasamanos que tuvo el teléfono hasta llegar al último poseedor, se empezó a trabajar de manera inversa y se llegó nuevamente hasta la Villa 351, donde el miércoles de tarde se realizaron tres nuevos allanamientos. Línea El sujeto que habría vendido el celular al hombre de calle Rancillac negó haber recibido el teléfono de manos de otra persona y dijo haberlo encontrado. No obstante, las sospechas que se barajan en las hipótesis de trabajo de los investigadores, apuntalan la pista de que el teléfono le fue entregado a este intermediario en manos propias por el changarín de apellido Leguiza, del cual es amigo y quien esta semana buscó el asesoramiento del abogado Walter Rolandelli para presentarse espontáneamente, al saber que al inicio de la investigación se lo buscó debido a información que en forma anónima llegó a manos de la Policía. “Ese es el escollo que debemos superar en esta instancia de la investigación. Por el momento, sólo podemos tener versiones que apuntan a mantener una sospecha contra este hombre, pero lo que estamos buscando son pruebas materiales y testimoniales, tal como exige la Justicia”, explicó un investigador que trabaja en el caso. Según señaló, más allá de que puedan tener cierto grado de convencimiento, “nuestra intuición nos señala a esta persona, e incluso comentarios de oídas, pero nuestro trabajo sólo sirve si aportamos los elementos probatorios necesarios a la magistrada que instruye la causa. Estaríamos fallando profesionalmente si admitimos que por nuestras sospechas tenemos esclarecido el homicidio”, confió la misma fuente. Temores Aparentemente, se habría evidenciado temor en quienes acercaron datos sobre Leguiza a la Policía, se mostraron renuentes a formalizar algún tipo de declaración formal, por miedo a que la causa no prospere y que luego lleguen las represalias. Además se percibe en el ambiente de la Villa 351 que existen quienes señalan extraoficialmente a Leguiza y otros –que serían del círculo de relaciones o amistades del sospechado- que siguen con atención a quienes se acercan a los investigadores. Elementos El miércoles comenzaron a surgir otros datos que llevan a casi confirmar extraoficialmente que Leguiza habría conocido la casa de la señora Grimaldi y que no hace mucho tiempo estuvo allí realizando algunas tareas. Las faenas no las habría hecho de manera individual, sino como operario o asistente de otra persona contratada por la víctima. Tampoco se habría podido justificar de dónde sacó el sospechoso casi 3.000 pesos para comprar una moto al otro día del crimen. Oficialmente, lo único que se reconoce desde la fuente de la investigación es que, si bien se han sumado gran cantidad de elementos, todavía faltan precisiones para ligar formalmente a este hombre de 26 años a la causa. Una prueba determinante sería la de un análisis de ADN que se está practicando a material rescatado de los precintos utilizados para inmovilizar a la víctima, los que podrían ser claves para el éxito de la investigación.
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