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ientras en el Ministerio de Trabajo se disparaban los primeros flashes por el arranque de la reunión del Consejo del Salario, el gremialismo opositor apelaba a esas palabras para denunciar la "ilegalidad" del encuentro en el que el Gobierno fijó el nuevo sueldo mínimo en $3600. Excluidos una vez más de la mesa de debate que, desde 2003, reúne a empresarios, sindicatos y autoridades nacionales una vez por año para fijar el salario mínimo, la CGT de Hugo Moyano y la CTA de Pablo Micheli volvieron a mostrarse juntas para cuestionar al Gobierno y a las centrales obreras alineadas con la Casa Rosada, que sí fueron de la partida. "La fijación del salario mínimo dejó de ser una discusión, para convertirse en una mise-en-scène (puesta en escena), una bajada de línea del Gobierno para los aplaudidores", abrió el fuego Ricardo Peidró, número dos de Micheli en una conferencia de prensa que encabezó en la sede de la CTA. Sobre esa línea, dijo que "además de salarios, hay que discutir (el impuesto a las) Ganancias, la universalización de las asignaciones familiares y la canasta básica", tal como se indicó en el diario La Nación. El enviado de Moyano fue Julio Piumato, que tildó la reunión de este jueves de "ilegal" y la describió como una "formalidad tonta". "El Poder Ejecutivo va a aprovechar para hacer un anuncio. Los demás pondrán la firma", se despachó en alusión a los tres representantes de la CGT kirchnerista en el Consejo: su líder, Antonio Caló; el jefe de los taxistas, Omar Viviani, y el líder de UPCN, Andrés Rodríguez. Nostálgico, Horacio Meguira, abogado de la CTA, recordó el nacimiento del Consejo del Salario como "un hecho revolucionario cuyo espíritu fue contribuir a la distribución de la riqueza" y lamentó su "metamorfosis". "El sujeto de la discusión pasó de ser plural a ser individual, a depender sólo del Gobierno. Ya no hay deliberación porque todo se fija en un solo día", comparó.