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oberto Quiñones jugó el lunes su última carta al reclamarle una “ayuda solidaria” al Gobierno nacional para que interceda ante el gobierno de Fidel Castro con el fin de permitirle la salida a su madre, Hilda Molina, para que conozca personalmente a sus dos nietos.
La médica que reside en la isla denunció ayer –según publicó el matutino La Nación– que sufre “una tremenda injusticia” ya que el régimen castrista le prohíbe dejar el país para visitar la Argentina, con el argumento de que su cerebro “es patrimonio” del Estado cubano.
“Espero una ayuda solidaria del Gobierno nacional. Ellos quizás puedan lograr lo que yo no pude hasta ahora”, se esperanzó su hijo, también médico neurólogo.
Fuentes de la Cancillería consignaron que “se está trabajando en el tema” aunque prefirieron mantener en reserva el tipo de gestiones que se estarían llevando adelante y que en las últimas horas incluyeron contactos con el embajador argentino en ese país, el entrerriano Raúl Taleb. El tema está siendo abordado en el área de Derechos Humanos del Palacio San Martín, a cargo de Alicia Oliveira.
Quiñones, que vive en la Argentina desde 1996, sostuvo que “no hay justificaciones” para la actitud que asumió el Gobierno cubano. “Mi madre no conoce a sus dos nietos (de 8 y 2 años) y desde hace diez años intenta, infructuosamente, que el gobierno le permita salir”, se quejó.
Molina se desempeñaba hace diez años como directora del Centro Médico Internacional de Restauración Neurológica (Ciren), donde el fallecido diputado radical César Jaroslavsky se recuperó de una afección que le impedía caminar.
Su hijo inició gestiones hace tiempo para procurar la visita de su madre y su abuela, no vidente, de 84 años. Pero terminó rompiendo el diálogo con la Embajada de Cuba en Buenos Aires. Incluso barajó la posibilidad de viajar a visitar a su madre, pero abandonó la idea por temor a que “no me dejaran salir”.
“Hace cuatro meses se rompió el diálogo con la embajada; antes de esa situación cuando estuvimos casi cinco años de encuentros, surgió la posibilidad de que viaje a La Habana, pero qué garantías tengo de que no me dejen a mí adentro”, dijo.
El hombre lamentó que sus hijos, quienes preguntan “todo el tiempo” por su abuela cubana, no la puedan conocer, a la vez que la bisabuela, también sufre idéntica “situación política” de no poder salir de su país.
“Ellos tienen aquí a su abuela por parte de la madre, que en cada cumpleaños está presente. Muchas veces a los dos niños los sorprendo besando la foto de su abuela Hilda, y no tengo respuestas cuando me preguntan por qué no la pueden ver”, señaló Quiñones.
Diferencias con Fidel
Molina lamentó no tener “la vivencia de lo que es cargar un nieto, porque ya se hicieron grandes”, y dijo que sus problemas comenzaron luego de que pusiera de manifiesto sus discrepancias con la política oficial del gobierno cubano en materia de salud.
“La rehabilitación neurológica se produjo en Cuba a partir de una propuesta mía. Yo era diputada en aquel momento, como todo el que se destaca en algún ámbito en Cuba, y renuncié a todo y no quise seguir vinculada con el sistema por no compartir la política de salud”, relató en declaraciones a Radio 10 desde Cuba.
La profesional explicó: “Mi hijo estaba casado y le dije que saliera, porque después de mi renuncia temía por su vida”.
