E
l nombramiento del abogado Carlos Bettini al frente de la Embajada en España resulta preocupante. Si reflexionamos acerca de las cualidades que, por definición, debería tener quien representa a Argentina frente al resto de las naciones, sorprende constatar que el nuevo aspirante a embajador en España ostente un pasado que pone seriamente en dudas su vocación de servicio al país.En concreto, se abre un interrogante en lo relativo a la actuación de Carlos Bettini en los negocios de empresas españolas con el gobierno argentino. En esa dirección, ya se hizo oír la voz de la titular del A.R.I., Elisa Carrió - quien pidió se investigue al funcionario - y la de Patricia Bullrich, quien presentó una denuncia penal contra el poder Ejecutivo y contra el mismo Bettini, a quien definió como "lobbista institucional y político de los españoles" (rasgo que, por otro lado, el aspirante a embajador asume sin pudor).
Todo esto, sumado al desempeño que Bettini tuvo como colaborador directo de conspicuos dirigentes menemistas, amerita que al menos se investigue a quien es señalado como funcional a la política de vaciamiento que el gobierno critica con justeza.
Designar a quien fuera directivo de Aerolíneas Argentinas cuando la empresa pertenecía al país en el cual Bettini representaría a la Argentina, plantea una cierta incongruencia de intereses que pondría en riesgo al país. Este dato de la realidad resulta lo suficientemente sugerente como para no tenerlo en cuenta.