T
extual de las palabras del edil paranaenseHace 30 años culpábamos a López Rega del accionar de la Triple A que preparó el camino para el funesto golpe de 1976.
Acá en Paraná la “ patota” de Investigaciones de la provincia secuestraba, torturaba y asesinaba al compañero Pichón Sánchez.
El fin de semana pasado un sicario ligado a un sector nefasto de la Policía Federal y con zona liberada asesinó al “oso” Cisneros, militante de la Federación de Trabajo y Vivienda de la CTA.
Fue un brutal asesinato, la víctima un hombre joven y militante social, referente de los desamparados que tratan de sobrevivir con dignidad a la miseria que no merecen ni causaron.
El crimen, por las características de su ejecución, debe incluirse en la interminable lista de provocaciones políticas cuyo objetivo es generar una mayor violencia. Elegir las víctimas para producir un alto impacto. Quienes vivimos los años setenta podemos recordar hechos semejantes.
¿ Por qué ocurren?
Por la suma de impunidad que en estos últimos treinta años abonaron dirigentes corruptos que por sus intereses personales vaciaron de contenido al Partido Justicialista, arriaron sus banderas y apostaron al clientelismo, instalando la dádiva y pisoteando la dignidad de los compañeros. Jamás se detuvieron en una autocrítica, según ellos “nunca se equivocaron”. Todo lo contrario.
Hoy se saben derrotados en el campo popular, por eso cierran las unidades básicas donde antes leíamos Conducción Política o La Razón de mi Vida, y la transforman en un local para repartir bolsones o planes sociales, quedándose muchas veces con un porcentaje.
Ese terreno perdido es ocupado sin prisa pero sin pausa por organizaciones hoy llamadas “piqueteras”, que no son otra cosa que émulos de la militancia de la gloriosa Juventud Peronista, cuando ganó la calle con el “Luche y Vuelve”.
Apostando a la esperanza, hoy surgen nuevos canales de participación popular, donde estamos militando, y que nos permiten discutir un proyecto de provincia y de país en el que la redistribución de la riqueza sea la condición indispensable para alcanzar una sociedad digna y justa.