S

ólo los familiares más directos de Miguel Ángel Lencina y algunos de ellos —varios— que están detenidos en unidades carcelarias, que consiguieron el permiso para ser llevados para despedir los restos del apodado Paraguayo, o también El Chacal, (tal como lo calificó el jefe de Policía Ernesto Geuna), fueron los que se mantuvieron alrededor del ataúd, en el que inhumaron sus restos ayer a las 15. Estuvieron allí en forma permanente su madre, Esther Torres, su padre, Juan Ramón Lencina y algunas de las hermanas de quien fuera el principal sospechoso de la desaparición de Fernanda Aguirre.

“Dijeron que en la autopsia no habían localizado lesiones en el cuerpo, pero cuando lo metimos en el cajón vimos las quemaduras de cigarrillo que tenía en los pies y yo le toco la cabeza y siento que tiene huesos molidos”, contaba la madre de Lencina, mientras descubría su cuerpo para que lo vieran e intentaba demostrar, a quienes la escucharan, con movimientos de su mano que presionaban parte de la cabeza que, aún, emanaba sangre.

Esto fue relativizado por algunos conocedores de la rutina de la autopsia, que saben que para el análisis médico forense se necesita abrir por completo el cráneo, el que luego es vuelto a cerrar, con el mismo procedimiento que se utiliza en los casos en que las incisiones se realizan en el tronco del un cuerpo.

“Pero las quemaduras de cigarrillos no son parte de la autopsia” recriminaban los parientes, quienes a la vez admitían que de la forma en que fue acusado Lencina, a la sociedad le importa poco o nada lo que le haya ocurrido e incluso que se haya muerto, si fue suicidio o si existió alguna situación anómala, la que —momentáneamente— ha sido descartada por el juez Ricardo González.

PISTAS. Mientras tanto, la muerte de Lencina alimentaba grandes expectativas en los investigadores federales, quienes ayer esperaban ansiosamente durante este sábado que Mirta Chávez —la concubina de Lencina y madre de dos de sus hijos— se “quebrara” y confesara todo lo que sabía del caso, siempre sosteniendo la línea hipotética de que el Paraguayo fue el que secuestró y se llevó a Fernanda Aguirre.

No solo en Chávez sentaban las esperanzas los detectives federales, sino también en cualquier otra persona que al saber que Lencina ya estaba muerto, podían animarse a hablar, si es que antes habían callado por miedo. Pero lamentablemente, ayer no se recibió ningún nuevo aporte que permitiera incrementar esperanzas en encontrar a Fernanda.

Mirta Chávez asistió al velatorio de su concubino por espacio de una hora, ayer al mediodía, momento en que se le permitió abandonar la celda en la Unidad Penal 6 de Paraná, para ser trasladada con una fuerte custodia, en la camioneta Jeep Cherokee de la Policía Federal.

DECLARACIONES. Como si toda la confusión que trajo en las últimas horas la muerte de Lencina fuera poco, su familia decidió aportar algo más de barro a esta cancha ya bastante pantanosa, exponiendo al sobrino del muerto, el mismo que dijo hace más de una semana que Miguel Ángel estaba con él cuando raptó a la menor y que se la llevó a un descampado para luego hacerlo regresar, para lo cual le dio 10 pesos.

La madre de El Chacal le exigió ayer a Delia Lencina que trajera su hijo para que contara una nueva versión de lo sucedido. “Yo dije eso porque la policía me dijo que me iban a comprar zapatillas nuevas y me iban a dar plata, pero todavía estoy esperando”, mencionaba el joven, como si fuera un nuevo libreto, mientras no perdía de vista a su abuela, la que le exigía que hablara.

Al caer la noche, sólo las esperanzas de que alguna verdad salga a la luz de una buena vez por todas se mantenía en los corazones de quienes acompañaban con oraciones y súplicas a Dios a la familia Aguirre en una nueva marcha por las calles de San Benito.

Fuente: El Diario