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Monzón está acusado de ser “partícipe primario” del secuestro de Fernanda, a partir de algunos testimonios y dos cartas de Mirta Cháves que nunca le llegaron, ya que interceptadas por personal penitenciario.

En su presentación, Iparraguirre relató que el viernes pasado, Monzón fue buscado por personal policial en el barrio donde reside e inmediatamente cargado en un furgón policial, donde se encontró, entre otros de los uniformados que participaban del operativo, con dos de los efectivos que le habían propinado una fuerte golpiza, una semana antes de producirse su primera detención. Este hecho en particular había sido denunciado públicamente por la diputada provincial Lucy Grimalt (La Red-Paraná) e incluso motivó una reunión con el secretario de Seguridad, Justicia y Derechos Humanos, José Carlos Halle.

Según lo que le relató Monzón, el ahora nuevamente aprehendido fue golpeado salvajemente durante casi 40 minutos por varios integrantes de la División Investigaciones, provocándole heridas en la boca y varias partes del cuerpo. Al parecer, también le habrían querido introducir un palo en el ano, para que confiese su participación en el secuestro de Fernanda.

Iparraguirre se enteró de esta situación en la mañana del sábado, cuando concurrió al Juzgado Federal de Paraná a interiorizarse acerca de la nueva detención de Monzón y lo vio totalmente golpeado, por lo que requirió de urgencia la atención del médico judicial. El profesional tuvo que trasladarlo hasta el Hospital San Martín para revisarlo, constatándose las secuelas de la golpiza.

Monzón está acusado de ser “partícipe primario” en el secuestro de la joven Fernanda Aguirre, a partir del testimonio de un chofer que los llevó en horas de la madrugada del 26 de julio -entre la 1.30 y las 4.30, en que también los fue a buscar- hasta su casa del barrio La Delfina. Monzón fue acompañado por Miguel Ángel Lencina -que es su primo- y su esposa, Mirta Cháves. Pero a ello se sumaron dos cartas interceptadas a la mujer, enviadas a Monzón, pero a quien nunca le llegaron tales misivas, donde la mujer le pide que no cuente lo hablado en esa circunstancia y que la desconozca.