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El Instituto está a la cabeza entre las obras sociales no sólo por la cantidad de afiliados —un cuarto de la población de Entre Ríos— sino también por el presupuesto que maneja, 80 millones de pesos al año, pero desde que la economía nacional tropezó con la crisis de 2001 no ha podido reponerse de la debacle.

Las consecuencias las sufre la gente: los convenios con las clínicas y los bioquímicos son una ficción que no se cumple, y con las farmacias la obra social no ha podido alcanzar un acuerdo que permita conseguir medicamentos ambulatorios. Entonces, cada afiliado paga de su bolsillo y después espera, entre 15 ó más días, que se produzca el reintegro.

El médico Miguel Barbará, presidente de la Asociación de Clínicas y Sanatorios de Entre Ríos (Acler), asegura que la Obra Social reconoce sólo 1,2 millones de pesos al mes por prestaciones pero que en la práctica están gastando 1,5 millones. “A pesar de que el convenio se prorrogó hasta octubre, está claro que hay que actualizar los valores que estamos cobrando, por ejemplo en terapia intensiva y en alta complejidad. Hay un desfase evidente, y esto lo estamos reclamando desde mayo, pero como en el IOSPER hubo tantos cambios de conducción no se ha podido acordar nada. Pero hay que hacerlo antes de octubre”, detalló.

El titular de Acler admite que, en ese marco de incertidumbre, es lógico que los sanatorios busquen la forma de resguardarse y asegurarse el cobro de las prestaciones que dan a los pacientes del IOSPER. “No sabía que en algunas partes se hacen firmar pagarés, pero entiendo que sea así porque de esa forma las clínicas buscan resguardarse. Sucede que el IOSPER no da mucha seguridad, y ya lo hemos comprobado cuando nos han aplicado descuentos importantes que todavía estamos reclamando”, aseguró.

A su vez, el único acuerdo consolidado que tiene el Iosper es con la Federación Médica de Entre Ríos (Femer), que tiene duración de un año, aunque se trata de un convenio por cartera fija que supone la atención mensual de sólo 43.500 prácticas, aún cuando la tasa de uso llega a las 60 mil. Según dijo el presidente de Femer, Ricardo Masramón, “no se han observado inconvenientes” en el cumplimiento aunque de parte de los afiliados la queja se mantiene firme: el cobro de plus se ha convertido en una práctica habitual por parte de los médicos.

A excepción de los médicos, el resto de los prestadores no logra sentarse a firmar un acuerdo duradero con la obra social, y que esté libre de planteos.

A la decisión de las clínicas de hacer firmar a los pacientes del Iosper pagarés antes de internarlos, se suma la queja de los bioquímicos que anticipan que, si en el corto plazo no logran poner en orden sus cuentas, podría haber conflicto. “Nosotros tenemos un convenio firmado por el cual estamos obligados a dar 40 mil prestaciones al mes, pero en la práctica se da un 20 % más porque la demanda ha crecido, y la Obra Social no nos quiere reconocer ese aumento. No es menor lo que planteamos: una prestación bioquímica tiene un alto costo en insumos, y necesitamos que sea reconocido”, dice Roberto Gebhart, presidente del Colegio de Bioquímicos de Entre Ríos.

Con las farmacias el acuerdo por ahora resulta imposible, y por eso la mayoría de los afiliados del Iosper debe recurrir al mecanismo de reintegros. La resolución número 235 del año 2001 es el resguardo que tiene la conducción de la Obra Social para no dar todos los servicios que demandan los afiliados, y que en la práctica significa extender en el tiempo una situación de emergencia prestacional que parece no tener fin. Fuente: El Diario