Domingo 13 de marzo de 2005
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Política
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CONCORDIA: LA POLICIA BUSCA A UN HOMBRE ACUSADO DE VIOLAR A SU HIJA
El aberrante hecho recién ahora salió a la luz, pero venía ocurriendo desde hace años en una vivienda de Benito Legerén.

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El Sol).- La Policía realizó varios allanamientos en esa zona para dar con el paradero del degenerado padre, identificado como Jorge Martínez, de 30 años, quien se dio a la fuga de su casa cuando la niña de diez confesó que era violada por su progenitor. Existen fundadas sospechas de que también abusó de otra de sus pequeños hijos, de tres años y hay sospechas de que también podría haber atacado sexualmente a sus hijos varones.

Una historia aberrante es la que tiene de protagonista a una niña de 10 años, quien desde hace casi una semana se encuentra internada en el hospital infantil «Ramón Carillo» por las heridas producidas por su propio padre, la persona que le dio vida pero que también le hizo conocer el infierno.

Según la madre y la tía de la menor, quienes relataron el calvario que soportó la nena, quien desde los siete años es sometida sexualmente por su padre. Algo que ella siempre calló, no se sabe si por miedo o porque consideró que algo así podría ser normal, como lo eran para su madre y sus hermanos el castigo físico que habitualmente les propinaba el degenerado sujeto.

La madre de la menor, Silvana Rodas, de 27 años, confesó: «yo me dejaba pegar por mis hijos, aunque sabía que él andaba con otras mujeres», y que desde los 13 años que era pareja de Jorge Martínez, con quien tuvo cuatro hijos: la nena de diez, dos varones de ocho y seis y otra pequeña de tres.

El desapego que la menor tenía con el padre no le era indiferente a nadie. A su madre le rogaba que no la dejara sola en la casa, a su tía de Corriente le pedía que se la llevara a vivir con ella, al igual que a su abuela, pero ninguna se imaginó que era por este hecho de sodomía. Optaron por pensar que estaba cansada de los golpes físicos, de la vida que su padre les hacía llevar. Así lo creyeron hasta hace una semana, cuando se quebró delante de su tía y comenzó a develar parte de la verdad.

«Se descubrió sola, cuando yo estaba bañando a la más chiquita que no se dejaba tocar la cola. Ella en un momento me dijo: «tía a mi también me duele la cola cuando yo me lavo». Ahí empezamos a sospechar», contó Betiana Rodas, quien habitualmente viene de Corrientes para visitar a su familia.

De inmediato la madre de la niña fue puesta al tanto por su hermana. Aunque les resultaba imposible mantenerse tranquilas trataron de estarlo para que la nena les cuente qué estaba pasando. Cuando le preguntaron si el padre le tocaba la cola la pequeña asintió con la cabeza. «Me duele, a veces me hace despacio y otras no», reveló luego ante la mamá y la tía sin dejar de nombrar al papá como el único culpable.

«Ella cuenta cosas de cada una de las violaciones, porque fueron varias las veces, la lesión que tiene en la cola no es de ahora. Nos está hablando de cuando vivíamos en la otra casa, en una casilla», dijo Silvana a esta Hoja, tratando de hilar un hecho atroz que sucedía frente a sus propias narices y del que no se había percatado.

Contó luego que ella notaba que «a la hora de comer, cuando él estaba en casa, que la nena se descomponía, que se dormía en la escuela, pero pensaba que le dolía la garganta, que era de los nervios. Era salir yo y ella me decía que quería irse conmigo, pero a veces no la podía llevar por el tema del boleto (de colectivo), porque también estaban los hermanos. Entonces él se aprovecha de ella, aunque pocas veces la dejaba sola».

Más adelante, detalló que la convivencia en su hogar resultaba muy difícil. «El era violento con los chicos y solo aceptaba a los más chicos. Quería comer solo, cuando tengo una mesa con seis sillas para toda la familia; le decía a la abuela que yo no le cocinaba y vivía nervioso. Se quedaba callado cuando le preguntaba si tenía algo y cada vez que iba a la iglesia yo le decía que pida por mi, porque sabía que era un vago, que andaba con otras mujeres en la calle, en el barrio. Sabía que no era la única mujer, pero no que le estaba haciendo esto a su propia hija», remarcó.

Sin llegar a quebrase ante el micrófono, Silvana no dejó de recordar situaciones que se daban habitualmente, de las que recién ahora descubrió el horrendo motivo. «Ella a la noche me preguntaba si el hijo de p..., o el mugriento -como le decía- se iba a trabajar. Yo le decía que si y se ponía bien, empezaba a saltar, se ve que era porque podía dormir tranquila», precisó.

Tras indicar que su pareja trabaja en horario nocturno en la empresa Masisa, señaló que sus hijos le tenían «terror» al padre y que siempre los obligaba a estar afuera. «Al nene del miedo le pegó mucho y a mi también, pero yo aguantaba», reiteró.

La tía relató que cada vez que venía de Corrientes la nena le pedía que se la llevara a vivir con ella. «Me decía que estaba cansada del papá, pero pensé que era por los golpes. A la abuela también le decía lo mismo. Ahora nos ponemos a pensar cómo ella pedía auxilio», reflexionó, sintiéndose un poco culpable. «Psicológicamente nunca se lo va a olvidar, aunque le pongan miles de psicólogos», subrayó Betiana sobre el estado de salud de su sobrina y, agregó, «algo iba a pasar si esto seguía».

«Ella es una nena muy flaquita, que vivía cubierta. Cuando le quería poner una remera para que se le vea el ombligo no quería y tampoco quería usar calza. Solo andaba con pantalón largo y más allá de la rodilla», describió la mamá.

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