Viernes 02 de diciembre de 2005
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Política
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La llegada de Garré pone a prueba los recelos ideológicos de los militares
Creen que con una mujer, como en Chile, podría mejorar la situación profesional. Pero hay algunos sectores preocupados por el perfil político de la nueva ministra.

M

ujer, con pasado en la combativa Juventud Peronista de los 70 y un claro perfil de centroizquierda. Por donde se mire, la llegada de Nilda Garré a Defensa es un hecho novedoso que impactó en las Fuerzas Armadas, y rápidamente buscó ser asimilado desde sus cúpulas.

Desde que se conoció la noticia, las Fuerzas enviaron mensajes positivos. "Su éxito será el de las Fuerzas", dijo la Armada. "El Presidente quería una mujer. La relación será sobresaliente", señaló el jefe del Ejército, Roberto Bendini. "Tiene llegada a Kirchner, es una mujer muy preparada y con el perfil adecuado", indicaron desde la Fuerza Aérea.

La relación del kirchnerismo y los militares ha sido complicada desde el comienzo, pero los jefes militares están alineados y "han aprendido a convivir con esta nueva realidad", resumía ayer un experto del área de Defensa con cargo en el Gobierno.

En algunas oficinas del Edificio Libertador, sede de Defensa y del Estado Mayor Conjunto, a Garré la llaman "la Bachelet argentina", en una analogía con la chilena Michelle Bachelet que ya es lugar común en los análisis.

La ex ministra de Defensa del socialista Ricardo Lagos —favorita a triunfar en diez días en la primera vuelta de las elecciones presidenciales— es hija de un general de la Fuerza Aérea víctima de la dictadura pinochetista. Pero los militares argentinos resaltan cómo condujo las Fuerzas Arma das de su país, con mayor presupuesto y profesionalización.

Por eso, que Garré sea mujer es una cuestión secundaria para los militares, según la opinión de diversas fuentes militares que consultó Clarín. "Tener prejuicios por esto sería una locura", señaló un uniformado.

Es en cambio el perfil "setentista" de Garré, dicen, el que despertaría la mayor aversión, pero entre los retirados y en un sector de cuadros medios con cierta impronta cultural y religiosa, como el que se sintió representado por la carta de Cecilia Pando de Mercado, la esposa del mayor del Ejército que criticó la remoción del obispo castrense Antonio Baseotto. Para muchos militares, el gobierno de Kirchner —que anuló las leyes del perdón y reabrió los juicios— es una pesadilla interminable que no tienen más remedio que tolerar y la imposición de la embajadora en la Venezuela chavista, otro mal sueño. Están en las antípodas de la interpretación del Gobierno sobre la violencia de los 70 y la represión, y eso no se cambia por decreto.

Un teniente coronel en actividad recordaba que en 2000, como viceministra de Interior, Garré intercedió ante el Senado para frenar ascensos cuestionados, aun contra la opinión del Gobierno. "Sin embargo, eso hoy no cuenta —evaluó—. Vamos a estar muy subordinados. Su llegada es coherente con este Gobierno y si viene para que las Fuerzas mejoren, será bienvenida".

Es que subsiste cierta tendencia errónea de ver a "los militares" en una foto fija, asociada al partido militar, árbitro y protagonista de la política argentina. En 22 años de democracia, como el resto de la sociedad, el mundo militar también tuvo, si bien lento e inacabado, su propio proceso de cambio.

En los 80 y en plena dictadura, el gasto militar alcanzó el 3,5% del PBI, pero cayó sustantivamente y hoy orilla el 1,2%.

Si bien desde julio recibieron el primer aumento salarial luego de 13 años, en plena crisis casi la mitad de los miembros de las Fuerzas Armadas tenían ingresos por debajo de la línea de la pobreza. Hace tiempo que el principal problema militar es salarial, no ideológico.

Muchos tienen un segundo empleo y un roce con la sociedad civil que antes no tenían. Las misiones de paz en el exterior dieron a miles de oficiales y suboficiales la oportunidad de ampliar su visión del mundo y, desde el fin del comunismo, se diluyó la principal amenaza que percibían —y para la que fueron formados— por varias décadas.

Avanza además el corte generacional con los que tuvieron participación activa en los años de plomo. Los tenientes coroneles que ahora ascienden a coronel egresaron del Colegio Militar en 1979. Su vida militar empezó con el fin del "Proceso" y el rango bajo de subteniente.

Como indicó un alto oficial: "Los que no estuvimos en la lucha contra la subversión e inmersos en ese odio, tenemos necesidad de salir adelante y profesionalizarnos. Estamos muy cerca de ese quiebre". (Clarín)

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