Jueves 08 de diciembre de 2005
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Política
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Piden ``cárcel común´´ para los represores y dictadores
Las cenizas de Azucena Villaflor, una de las fundadoras de Madres de Plaza de Mayo, fueron depositadas este jueves al pie de la Pirámide de Mayo, durante el cierre de la vigesimoquinta edición de la Marcha de la Resistencia, donde sus hijos volvie...

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`Mi odio para con la dictadura de (Emilio) Massera, (Orlando) Agosti y (Jorge Rafael) Videla es irreconciliable y tengo un odio particular con (Alfredo) Astiz, que tanto daño le hizo a las madres y a mi madre en particular´´, dijo la hija de Azucena, Cecilia De Vicenti, y subrayó: ``Por eso mi deseo de Justicia, de que estén en la cárcel, en una cárcel común´´.

Ante ella estaba el secretario de Derechos Humanos, Eduardo Luis Duhalde, quien escuchó el mismo reclamo en boca de militantes políticos y sociales, que desde hace años exigen que los represores y genocidas sean alojados en cárceles comunes.

Cecilia recordó que para ella Azucena fue ``ante todo´´ su madre y destacó, durante un breve pero emotivo discurso, los rasgos más característicos de la mujer que en 1977 propuso ir a la Plaza de Mayo para pedir explicaciones sobre el destino de su hijo y de otros hijos que habían desaparecido.

``Cuánto te extraño, cuánto te necesito y te necesité a lo largo de mi vida. Cómo te necesité cuando me casé, cuando tuve a mis tres hijos´´, dijo Cecilia, con la voz temblorosa, y agregó: ``Mi madre era nada más que eso, mi madre. Una madre que se ocupaba de sus hijos y nos mostraba el amor de mil formas distintas y, porque quería tanto a sus hijos, se desesperó cuando la dictadura le robó a uno´´.

Azucena Villaflor tuvo cuatro hijos –una mujer y tres varones-, de los cuales sólo Néstor militó políticamente, lo hizo en la Juventud Peronista y fue uno de los 30 mil desaparecidos de la última dictadura militar.

La madre de Néstor -como otras madres, hermanos, padres e hijos- comenzó a preguntar por su destino, comenzó a buscarlo, comenzó a organizar a otros familiares que buscaban y se reunían en la Iglesia de la Santa Cruz, en el barrio porteño de Monserrat.

Ese grupo de familiares fue el que infiltró la Marina a través de Astiz y entre el 8 y 10 de diciembre de 1977 se comandó desde la Esma el operativo para secuestrar a docer personas, entre las que estaban Azucena y los monjas francesas Alice Domon y Leonie Duquet.

Este año, los restos de Azucena y otras dos madres -Esther Ballestrino y María Ponce- fueron encontrados en tumbas NN en el cementerio de General Lavalle y fueron identificados por el Equipo Argentino de Antropología Forense, que descubrió que los cuerpos presentaban los mismos signos de aquellos que fueron arrojados desde aviones al Río de la Plata, en los horrorosos ``vuelos de la muerte´´.

Por eso, Cecilia volvió a agradecer una vez más a los antropólogos que trabajaron arduamente, a las otras Madres de Plaza de Mayo y a quienes lucharon y luchan por conocer el destino de los desaparecidos y siguen exigiendo Justicia.

Después esparció las cenizas de su madre, junto a las de Olga Aredez –la mujer que denunció los secuestros de una ciudad jujeña-, debajo de la Pirámide de Mayo para reencontrarse con Azucena cada vez que recorra la plaza.

Mientras los participantes de la Marcha de la Resistencia daban sus últimas rondas, para finalizar las 24 horas ininterrumpidas de rondas, se descubrió en el lugar una placa con la historia de Azucena.

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