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as expresiones de Iglesias de que el gobierno nacional "compró votos" para obtener las modificaciones del Consejo de la Magistratura, y la respuesta airada de Néstor Kirchner sobre "un acto fallido" del radical "por los sobornos en el Senado" cuando gobernaba la Alianza, encontraron rápido eco en Cobos, firme aliado del presidente."Si hay algún cuestionamiento (de Iglesias) debe hacerse a través de la Justicia y no salir a hacer declaraciones que tienen que ver con la honra de una persona", disparó Cobos en una inocultable defensa del presidente Kirchner.
Cobos entiende que el futuro escenario político nacional debe darse entre dos fuerzas, una de centroizquierda y otra de centroderecha, y en ese ámbito imagina que el kirchnerismo, junto a otras tendencias, bien podrían conformar una especie de "concertación" como la que gobierna en Chile.
Iglesias rechaza esa idea e insiste en construir un radicalismo renovado que se convierta en alternativa a la hegemonía que hoy le asigna al justicialismo de Kirchner.
Al principio, las diferencias entre Cobos e Iglesias intentaron disimularse para no fracturar un radicalismo mendocino exitoso que gobierna desde 1999, cuando Iglesias llegó a la Gobernación. Pero una vez instalado Iglesias en la presidencia de la UCR nacional, las fricciones se volvieron cada vez más duras.
Cobos profundizó una relación amistosa con Kirchner mientras el peronismo mendocino se debate en una crisis sin fin. Tanto es así, que el intendente justicialista de San Rafael, Omar Félix, dijo que aceptaría la difundida versión de que el presidente prefiere a Cobos como su referente en Mendoza.
A su vez, el gobernador comenzó a tejer un polo de poder interno: sumó a un sector de Causa Nacional (de José Genoud) con el vicegobernador Juan Carlos Jaliff a la cabeza y a intendentes autollamados "Territoriales".
Así, el liderazgo de Iglesias comenzó a perder fuerza.