Miércoles 04 de enero de 2006
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Policiales
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ROSARIO: DIJERON SER DEL BERSA Y QUE LES CANJEARÍAN DÓLARES QUE SALÍAN DE CIRCULACIÓN POR BILLETES NUEVOS. LOS DESPLUMARON
Un matrimonio de jubilados cayó en la trampa de un par de visitantes que, mediante un típico cuento del tío, se apropió de los ahorros que sus víctimas atesoraban con la idea de hacer frente a algún problema de salud. Los intrusos se hicieron pasa...

P

rolijos, educados y vestidos con ropa muy similar al uniforme de la entidad donde la mujer cobra sus haberes, anunciaron que estaban a punto de salir de circulación los dólares con serie B y se ofrecieron a cambiar los que hubiera en la casa. Cuando el abuelo sacó del escondite sus billetes, que entre dólares y moneda nacional sumaban unos 8.800 pesos, el impostor se los arrebató sin ejercer violencia.

"No me recupero de la impresión que me dio la forma en que fuimos atacados", murmuraba Enrique Orlando García, un ex comisionista de 80 años que vio escurrirse los ahorros de años a manos de un cuentero y otro falso empleado bancario que lo acompañaba. En la zona de España al 2800, donde vive en una casa que da al frente, al jubilado lo conocen simplemente como Coco. Reside allí junto con su esposa, Rosa Santi, de 79 años, con quien tuvo dos hijos que ahora viven en Buenos Aires. Las dos jubilaciones que cobran como autónomos les permiten vivir sin pesares, pero con modestia.

El jueves a las 5 de la tarde Rosa se había sentado a tomar fresco en el frente de su casa, con la puerta abierta. Coco, mientras tanto, se reponía en un dormitorio del fondo de los dolores que sentía por una reciente operación de hernia.

En eso, un auto se detuvo frente a la casa y de él bajaron dos hombres que no despertaron ninguna sospecha en el ánimo confiado de Rosa. "Es que vos obrás como lo sentís, en el momento no pensás mal", reflexionaba ayer la mujer, que se moviliza con la ayuda de un bastón porque hace poco afrontó una operación de la cadera.

En tono formal, los recién llegados se presentaron como empleados del banco Bersa y preguntaron por la "señora Rosa Santi". El nombre de la entidad sonó familiar a los oídos de la mujer, que todos los meses cobra la jubilación en la sucursal de Pellegrini y Entre Ríos. Los supuestos bancarios le informaron que los dólares que tuvieran una B en el número de serie saldrían de circulación y que sólo quedaban 24 horas para cambiarlos.

Un oficinista

"Coco, vienen del banco Bersa", llamó la mujer a su esposo. El jubilado pidió un tiempo para vestirse, pero a los ladrones les importó poco el pudor de García. Mientras uno de ellos se quedaba en la puerta charlando con Rosa, el otro ingresaba directamente al dormitorio. "Somos varones, no se preocupe", entró en confianza el maleante.

Parecía un oficinista de unos 33 años: el pelo morocho corto y bien peinado, el pantalón azul de vestir y la camisa celeste no le inspiraron temor al dueño de casa. Ya en la pieza, el timador volvió a hacer el verso de los dólares que saldrían de circulación. Coco buscó la billetera donde guardaba sus ahorros, enrollados con una gomita. Hacía un par de días que los había contado y anotado en un papelito los importes. "¿A ver cuánto tiene? Hay que poner en conocimiento al banco de que usted tiene estos dólares porque si no los va a perder", adujo el estafador.

El ladrón se tomó un tiempo para contar los billetes junto a la víctima y hasta simuló realizar un llamado al banco. Uno a uno, fue "notificando" por teléfono los números del dinero. "Después manoteó los billetes y salió", relató don Coco

El ex comisionista no recordaba con exactitud cuánta plata le habían sacado. Pero sus anotaciones se lo aclararon: eran 891 dólares y 6.140 pesos, o "billetes argentinos", como se empecina en llamar a la moneda nacional. En total le birlaron 8.813 pesos en no más de diez minutos y sin ejercer violencia. El jura que no le había comentado a nadie que guardaba ese dinero en su casa.

Lo que más lamentaba Gómez un día después del atraco era haber perdido la tranquilidad de poder hacer frente a cualquier problema de salud que sufrieran él o su esposa. A Rosa, contó con angustia, le colocaron una válvula en el corazón hace 12 años. Coco no recordaba cuántos "millones" pagó por esa pieza, pero sabe que era muy cara.

En tanto, mientras transcurrió el engaño, Rosa se quedó en la vereda hablando con el conductor del auto. Ahora no puede olvidar su rostro: "Si yo lo veo al tipo lo conozco como a mi hijo", dijo la mujer, que tiene cuatro bisnietos, y que antes de jubilarse dirigió una fábrica de muñecas.

"Yo sentía que a lo mejor habían golpeado a mi mujer. Tenía miedo de que la hubiesen estropeado más de lo que está". Aunque parezca bromear, García expuso esos temores con lágrimas en las mejillas. El matrimonio hizo la denuncia por el despojo en la seccional 5ª. No obstante, el jubilado no pudo reconocer al impostor en los álbumes policiales y guardaba pocas esperanzas de recuperar sus ahorros. (Fuente: La Capital)

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