E
n diversas ocasiones de incursiones de caza, las crónicas policiales reflejan hechos fatales que concluyen en lamentables accidentes. En estos casos, se suele escuchar que los involucrados acusan impericia, algún golpe en el arma que le provocó algún disparo no intencional o incluso de haber disparado sin saber que un compañero de cacería estaba del otro lado de los arbustos, hacia donde fue dirigido el disparo.
Sin embargo, ayer, los funcionarios policiales que tomaron la declaración de Alejo Vilches, de 31 años, escucharon de su boca decir que al ver entre los pastizales de la zona de Piedras Blancas, en el departamento La Paz, la silueta de un guazuncho y sus ojos brillar entre la penumbra poco después de las 19, le disparó a la cabeza.
Grande fue la desazón y sorpresa cuando escuchó el desgarrador quejido y los gritos de su hermano Luis Vilches, quien expresaba desagarradores gritos de dolor en el suelo.
Cuando pudo conseguir auxilio, ya que se encontraban a unos cuatro kilómetros de la planta urbana y llegaron al hospital de Hernandarias, Luis Vilches presentaba graves inflamaciones debido a que varios perdigones habían ingresado en su ojo izquierdo, en su maxilar y también en la región clavicular.
Pese a que por la gravedad del hecho fue derivado de inmediato al Hospital San Martín de Paraná, dejó de existir pasadas las 21.