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e inclina el termo sobre el mate y se vuelca el agua, hasta que el líquido y la espuma llegan hasta el borde de la calabaza. Esa es la premisa básica para cebar un buen mate. Pero no todas las personas pueden cumplir con esta tarea, sencillamente porque carecen de visión. Efectivamente: a un ciego le resulta muy difícil cebar un mate sin derramarlo. En esto pensó Fransisco Sctuellá, director del Museo Único del Mate, un especialista e investigador de todo lo que tenga que ver con la yerba y la bombilla y quien desde hace 20 años se ocupa de dar charlas y conferencias para asociaciones de no videntes de Buenos Aires.