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amentablemente hoy las residencias para ancianos se transformaron en habitaciones antiguas atiborradas de ancianos hipermedicados. Personas con la mirada ausente sentadas frente a la mesa o al televisor. Un lugar lúgubre y cerrado, con olores fuertes y desagradables; en definitiva, un espacio de encierro o castigo.
Quizá el punto más triste para la tercera edad es la inexistencia de leyes que amparen a los abuelos. En la provincia de Entre Ríos apenas existe una resolución del año 1985 sobre los requisitos a tener en cuenta para abrir una clínica geriátrica. Dada la autorización para funcionar, nadie controla qué comen los internos, si se respeta la dosis de medicamentos, si el establecimiento resguarda las medidas de seguridad para evitar el riesgo de posibles accidentes o si cuenta con el personal necesario para la atención de los adultos. “Los controles se hacían, pero ahora hay una demanda tan grande de otras cosas que no se están haciendo”, dijo el doctor Carlos Lewin, auditor del área Atención Médica de la Secretaría de Salud.
Si bien la Secretaría de Salud tiene el poder para autorizar o no la apertura de una clínica, curiosamente no tiene el poder de policía para clausurar una institución en caso de existir una denuncia. “Ese tramite está en manos de la Municipalidad”, dijo el doctor.
Mientras tanto, comentó, en el caso de existir alguna irregularidad el interesado puede realizar una denuncia a través de una nota dirigida a la Dirección de Atención Médica, ubicada en el primer piso de la Secretaría de Salud.
Un engaño
La publicidad invita a dejar a su familiar en una residencia. “Enfermería las 24 horas. Servicio de emergencia. Dieta personalizada. Rehabilitación. Fisiatría. Kinesiología. Laborterapia. Psicología. Asistencia geriátrica y muchos servicios más para que los abuelos estén a gusto en un ambiente agradable”, se lee en el folleto publicitario de una residencia paranaense. El pago es siempre por adelantado, “y después los servicios no se cumplen como publicitan”, según contó el familiar de una anciana que estuvo internada dos meses en el lugar.
Las denuncias son muchas. “Llevé a mi padre a una residencia donde lo medicaba un médico clínico con remedios para un paciente psiquiátrico. Lo dopaban porque decían que se portaba mal por las noches y no dejaba dormir a otros abuelos. Ahora lo saqué de esa clínica, pero jamás me devolvieron el dinero”, dijo otro familiar, y a su vez destacó que ingresó a la clínica porque prometía ser un buen sitio para la recuperación de su padre. “Su oportunidad de seguir viviendo una vida plena”, rezaba el eslogan de la residencia. “Guardería de día y atención permanente. Cuidados post operatorios. Kinesiología, atención psicológica, terapia ocupacional, paseos guiados, enfermería, servicios de emergencias médicas”, se lee en la tarjeta de presentación de la clínica. “Jamás vimos un médico. Las enfermeras no están recibidas. La comida es fea y el olor espantoso. Nos cobraron 800 pesos mensuales y por adelantado”, dijeron los familiares de la anciana. (Fuente: Diario UNO)
