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Martes 02 de abril de 2019
Blas García (*): Gesta de Malvinas: Una lucha patriótica por una causa justa que sigue vigente

El 02 de abril de 1982, cumpliendo con una reivindicación nacional, de tenaces y profundas raíces, la Argentina recupera las Malvinas por la fuerza, usurpadas por Gran Bretaña desde 1833. Así, los argentinos emprendimos una guerra justa por nuestra soberanía en las islas, más allá del pésimo manejo y de la oscura motivación de los jerarcas militares que proyectaron el conflicto.

Los soldados, marinos y aviadores que participaron de la guerra libraron distintas batallas al mismo tiempo: contra los británicos, asistidos por los yanquis y el dictador chileno Pinochet, pero también contra la incapacidad y la inoperancia del propio gobierno del dictador militar Leopoldo Galtieri, que "acompañó" la lucha aportando desinformación, manipulación y triunfalismo.

Nuestros soldados pelearon con coraje y valentía, en actos de verdadero heroísmo, a pesar de haber protagonizado un conflicto perdido de antemano, declarado por un gobierno militar tambaleante, que inició una guerra en condiciones militarmente absurdas, buscando una legitimación popular que no tenían para mantenerse en el poder, y que no entendió nunca la dimensión de las potencias enemigas contra las que se plantaba.

La suerte de los combates impusieron la fuerza de la OTAN y nuestras islas volvieron al dominio británico. Como resultado, el gobierno militar cayó en desgracia con los EE.UU., que cambió su estrategia de apoyo para con las dictaduras de América Latina, que eran mayoría y se derrumbaron una a una. Así, una de las consecuencias de la guerra fue la retirada del gobierno militar y la vuelta a la democracia en la Argentina, en 1983.

Treinta y siete años después, la guerra de Malvinas es, todavía, un episodio no saldado que sigue vigente. Hoy, la lucha por la soberanía argentina sobre las Malvinas pasa por mantener firme el reclamo y por un debate permanente para fortalecer el consenso internacional, entre nuestros aliados latinoamericanos y de otros continentes, sobre la legitimidad del reclamo argentino respecto a las islas del Atlántico sur. Algo que el Gobierno actual no está haciendo.

Hay deudas que siguen vigentes y un reclamo soberano que no cesa. La recuperación y valoración de la gesta es una obligación con nuestra conciencia histórica como Nación, con nuestros compatriotas muertos en estas islas argentinas, con los veteranos combatientes que sobrevivieron y con nuestros derechos a la imprescriptible soberanía en Malvinas, Sándwich y Georgias del Sur.

Peronismo e islas Malvinas

El 28 de septiembre de 1966, dieciocho estudiantes y obreros, militantes nacionalistas y de la Juventud Peronista procedentes de la Resistencia Peronista, apoyados por sectores de la CGT y dirigidos por Dardo Cabo, secuestraron un avión de línea y lo aterrizaron en las Islas Malvinas.

(*)  Periodista, Ingeniero, ex diputado de Córdoba, ex funcionario de Entre Ríos.

Los jóvenes bajaron armados, izaron banderas argentinas y rebautizaron a Puerto Stanley como Puerto Rivero, en homenaje al gaucho entrerriano Antonio Rivero que en 1833 se alzó contra los ingleses, gobernó las islas por unos meses, siendo luego abatido en los heroicos combates de Vuelta de Obligado, en 1845, contra ingleses y franceses.

Los jóvenes reclamaron la soberanía sobre ese territorio y, con mucho idealismo, aguardaron que un sector nacionalista del Ejército aprovechara esa irrupción y desembarcara en las islas para recuperarlas.

La noticia conmocionó a la opinión pública y molestó al gobierno de facto presidido por Juan Carlos Onganía. En las ciudades de Buenos Aires, La Plata y Córdoba, entre otras, cientos de militantes se movilizaron.

Ante la aprobación popular del denominado Operativo Cóndor, el dictador advirtió a sus camaradas de armas que se juzgaría a quien se vinculara con el operativo. Lo real es que el operativo significó un duro golpe a la flamante dictadura militar.

Los integrantes del Operativo Cóndor depusieron su actitud, entregaron sus armas y un barco de la Armada Argentina, el Bahía Buen Suceso, fue el encargado de hacerlos volver al continente donde no los esperaban condecoraciones sino las frías cárceles patagónicas.

Dardo Cabo, periodista y revolucionario, un dirigente formado en la Resistencia Peronista se integró mas tarde a la combativa JP de los '70 y fue asesinado por la dictadura militar en enero de 1977.

La Causa de Malvinas fue momentáneamente olvidada hasta que, hace treina y seis años, los argentinos intentamos recuperar nuevamente nuestras islas por la fuerza.

Situación antes del conflicto

A comienzos de los años 1980, la Junta militar estaba en crisis: inflación, recesión profunda, empobrecimiento de los sectores medios, aumento del endeudamiento externo, salario real cada vez más depreciado, crecimiento de la pobreza, etc.

La decisión de recuperar las Malvinas fue tomada por una autoridad ilegítima, para desviar la atención social de esos problemas y rescatar el crédito político perdido, perpetuándose en el poder.

Frente al colonialismo, por una causa justa

Hace 36 años, los argentinos intentamos recuperar nuestras islas por la fuerza, cumpliendo con una reivindicación nacional de tenaces y profundas raíces en la sociedad argentina,

Pero la decisión de iniciar esta lucha no se realizó con una intención correcta, más allá del pésimo manejo hubo una oscura motivación en los militares que proyectaron el conflicto.

Emprendimos una lucha contra las principales potencias de Occidente, contra Gran Bretaña, socio incondicional de los EE.UU., y toda la OTAN, que se unirían en una descomunal campaña militar contra un país que se había atrevido a retomar su soberanía y que contaba con la solidaridad de otras naciones hermanas de toda Latinoamérica.

Las tropas argentinas, que un 02 de abril de hace 36 años, ocuparon las islas, desalojaron al británico usurpador, y se enfrentaron, en una corta pero sangrienta contienda, a una enorme Armada inglesa que vino al Atlántico sur para recuperarlas.

Nuestros soldados pelearon con coraje y valentía, en actos de verdadero heroísmo, a pesar de haber protagonizado un conflicto perdido de antemano declarado por un gobierno militar tambaleante, que inició una guerra en condiciones militarmente absurdas, buscando una legitimación popular que no tenían, para mantenerse en el poder y que no entendió nunca la dimensión de las potencias enemigas ante las que se plantaba.

Batallas desiguales

Los soldados, marinos y aviadores que participaron de la guerra -hoy "veteranos" o "ex combatientes"- libraron distintas batallas al mismo tiempo: contra los británicos, asistidos por norteamericanos y los chilenos de Pinochet, pero también contra los errores, el desconcierto y la inoperancia del propio gobierno militar de facto.

La sociedad argentina acompañó generosamente la gesta emprendida, más allá de la ilegitimidad del gobierno que decidió esa guerra y de la contradicción entre la política de la dictadura, arrodillada frente Estados Unidos que hacia de la Argentina un país dependiente, y su intento de desafiar militarmente, sin conciencia cabal, el orden mundial dirigido por la superpotencia, provocando a Gran Bretaña, su principal aliado.

Los combates impusieron la fuerza de la OTAN y las islas volvieron al dominio británico. Como resultado, el gobierno militar cayó en desgracia con los EE.UU., que cambió su estrategia de apoyo para con las dictaduras de América Latina, que eran mayoría y se derrumbaron una a una.

"Desmalvinización"

Utilizando la reprobación que merecía la siniestra operatoria del Proceso Militar, se montó la "desmalvinización", un deliberado proyecto para demoler lo que había de digno en aquella causa justa.

Se deshonró la acción de las Fuerzas Armadas en el sur y se banalizaron u oscurecieron los sacrificios cumplidos bajo su enseña, al trazar una divisoria artificial y tajante entre oficiales y soldados rasos.

A los oficiales, se los agravió de manera genérica, cualquiera hubiera sido su rango y desempeño; a los soldados, se los rodeó de un aureola de falsa compasión, viéndolos de modo exclusivo como a las víctimas de la "locura" de sus superiores.

Como resultado de esa campaña, los argentinos borraron el tema con dolor negador y además porque el genocidio de los '70 se impuso naturalmente sobre este tema.

Y así fue cómo la sociedad argentina no asimiló cabalmente el suceso de que era una nación derrotada, le daba vergüenza reivindicar la "Causa Malvinas" y olvidó el hecho.

Ingratitud social

Con esa pobre compasión, el Estado y muchos medios de comunicación, más buena parte de la opinión publica, le dieron la espalda a quienes habían vuelto de la guerra en las islas.

Sin compensación por los sacrificios realizados y tocados por la prédica que desvalorizaba la causa a la que se habían entregado, muchos de aquellos jóvenes optaron por el suicidio. Cerca de 300, según las últimas estimaciones. Una cifra casi igual a la mitad de los que murieron en batalla.

Por supuesto que quienes se ocuparon de rebajar la causa nacional que supuso la gesta malvinera, pusieron esa contabilidad en la cuenta de la guerra. Pero es mucho más lógico pensar que no fue eso, sino la ingratitud social, lo que empujó a tantos muchachos a terminar con sus vidas.

Contra la dependencia

Hubo sectores "progresistas" que fomentaron la "desmalvinización" porque estaban movidos por el anhelo cortoplacista de terminar con la nefasta presencia castrense en la política argentina y no señalaron las diferencias entre el golpe y la causa Malvinas.

Pero, la derrota de Malvinas suministró a la oligarquía local y a los poderes foráneos (EE.UU. y Gran Bretaña) que siempre han tenido un papel determinante, una oportunidad para rematar una tarea que venían realizando desde la Revolución Libertadora de 1955 y que apuntaba a destruir las ansias de independencia de nuestro país dentro de la unidad latinoamericana.

Argentina ha demostrado siempre, a lo largo de su historia, una marcada tendencia en su Pueblo a adoptar una actitud soberana y acompañarla con logros concretos en la lucha contra la dependencia: con Juan Manuel de Rosas, Hipólito Irigoyen y Juan Perón.

Por eso, humillarla, hundirla en la derrota y el desconcierto, era una manera de aplicarle una lección para que no volviese a levantar cabeza.

Al horrible castigo de los años de la sangrienta dictadura, se sumó la "desmalvinización" y, con ella, la desarticulación de proyectos esenciales para nuestro progreso tecnológico. La liquidación del Plan Cóndor, de desarrollo misilístico; la paralización de los proyectos nucleares y, luego, la hiperinflación que terminó de aterrorizar al país, abrieron el camino al modelo neoliberal que liquidó la industria y el empleo. Todas fueron etapas de un mismo proyecto.

Recuperación y valoración de la gesta

La actitud de reconocer la lucha de los sobrevivientes de Malvinas, es una señal de que las cosas están cambiando.

En muchos aspectos, es demasiado tarde, pues no se puede volver a la vida a quienes se alejaron desilusionados de ella, ni es posible recuperar el tiempo perdido a causa de la destrucción de nuestra infraestructura industrial.

Pero siempre es posible comenzar de nuevo. Porque 36 años después, la guerra de Malvinas es, todavía, un episodio no saldado. Hoy, la lucha por la soberanía argentina sobre las Islas Malvinas pasa por un debate permanente para fortalecer el consenso internacional, entre nuestros aliados latinoamericanos y de otros continentes, sobre la legitimidad del reclamo argentino respecto a las islas del Atlántico sur.

La recuperación y valoración de la gesta es una obligación con los compatriotas muertos en estas islas argentinas, con los veteranos que sobrevivieron y con nuestros derechos a la soberanía en las Malvinas, Sándwich y Georgias del Sur.

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