Opiniones
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Jueves 24 de octubre de 2019
Escribe: Luis Edgardo Jakimchuk (*): ¿Destrucción y después?

La realidad,  profundamente marcada por la tristeza y desesperanza de gran parte de la población, muestra  que terminó el sueño de un orden neoliberal sin conflictos.

El “Si se puede” es distopía brutal. Sus intelectuales disfrazaron el daño realizado con ropajes de “salvataje republicano contra el populismo kirchnerista peligroso y autoritario”, y nos llevaron a ser una paria en el contexto económico  financiero internacional.

En efecto, utilizando el aserto del economista austríaco Joseph Schumpeter : “destrucción creativa”, el macrismo y su “proceso evolutivo” , llevó a demonizar el valor agregado como matriz económica destruyendo el trabajo, generando pueblos fantasmas que giraban en torno a lo que hoy es un “cementerio” de Pymes (creadora del 80% de la mano de obra privada),  al endeudamiento ilimitado que se multiplico por seis, a la inflación que puede ser hiperinflación, a la fuga inédita de capitales, a desterrar a millones de personas del ascenso social. A la vergüenza que el 40% de los argentinos tenga hambre (cuando somos un país generador de proteínas), acompañado por discursos  de odio y estigmatización.

Atrás quedaron tantos autoelogios  de los economistas y periodistas preferidos del poder económico, también uno del soporte que la propaganda macrista ha utilizado para explicar el modelo,  LAS METÁFORAS,  como aquella ¿te recuerda? : “Vamos por el camino correcto. En el segundo semestre aparecerá en el  final del túnel los resultados”.

Si Platón estuviera en nuestros días podría decirles a muchos: yo te lo advertí. En el “Mito de la Caverna”,  el filósofo griego describió lo engañoso que podía ser para quienes sólo vieran sombras en la pared y las supusieran como la realidad, mientras otros (medios de comunicación y opiniones hegemónicas, verdaderos portadores de  la “caverna”)  creaban esas sombras sin explicar su origen ni menos cuanta luz y transparencia había en el exterior. No hay neoliberalismo sin traición.

Consensos

Es probable que ninguna solución eminentemente económica alcance completamente para revertir la crisis por la que atravesamos. Hoy se requiere un acuerdo de la política que brinden certezas sobre la verdadera voluntad de unos y otros para asumir esta realidad con poco  margen para dar respuesta a 6 (seis)  argentinos que caen en la pobreza cada MINUTOS  (fuente:UNDAV), a 5 (cinco) millones de personas que tienen hambre, a la gente que perdió su  trabajo, que no pueden pagar la luz, el gas, los alimentos. Salarios licuados, jubilaciones orillando la indigencia. Empresas cerradas, exhaustas por la extrema iliquidez, caída de ventas, cadenas de pagos rotas. El enorme endeudamiento externo asfixiante para las finanzas del Estado y para el crecimiento.

En este contexto, la representatividad política y también  quienes han sido impulsores y sostenedores de la política de Cambiemos, plantean un “consenso amplio”  frente a la vulnerabilidad (rasgo dominante del modelo macrista),  que tuvieron consecuencias profundamente disruptivas en el plano económico social. 

El consenso creo que todos lo queremos. Quien quiere este estado de tremendo deterioro ?.  Pero que consenso?

El consenso se basa sobre el principio de racionalidad. Supone una concepción política sobre la producción de reglas que orienten el obrar de una sociedad justa y garantizar viabilidad económica y política.

La racionalidad contiene en si ya un imperativo ético moral, que presupone la presencia del otro y no disputas corporativas. El deber moral se remite a la voluntad de que juntos con los otros se dan a sí mismos reglas que pueden ser vistas como una autoobligacion colectiva, que es la esencia del contrato social. El consenso  toma como idea regulativa  la existencia del Estado y,  la determinación de cuáles son las reglas justas para la convivencia.

 El Estado debe recuperar su capacidad de contralor, con políticas consensuadas, de poder reclamar que las empresas aumenten sus exportaciones, inviertan, innoven e impulsen el cambio tecnológico.

En suma, sería deseable que el consenso propuesto,  exprese no solo un arreglo sobre las pautas económicas, sino un acuerdo político más profundo donde sea asumido por todos,que nadie puede realizarse en una sociedad que no se realiza. Y que el objetivo no es solo aumentar la rentabilidad (legítimo en el capitalismo) sino, prioritariamente, eliminar la brecha entre ricos y pobres que perjudica al desarrollo y que las políticas para atacar el hambre y la pobreza, que es urgente hacerlo, no son suficientes para reducir la desigualdad.


(*) Ex diputado provincial FpV.

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