Miércoles 31 de agosto de 2011
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Interés general
Semana clave en el juicio por robo de bebés en la dictadura
En la primera jornada de testimoniales están citados Sabrina Gullino y Sebastián Álvarez, los hijos de Raquel Negro. La chica nació hace 33 años en la capital entrerriana y recuperó su identidad recién en diciembre de 2008.
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Sabrina y Sebastián, los hijos de Raquel Negro, declaran hoy en el juicio.
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partir de este miércoles comenzarán a desfilar los testigos citados a declarar en el juicio contra seis represores por el robo de los bebés que dio a luz Raquel Negro en el Hospital Militar de Paraná en marzo de 1978. Cuarenta y siete personas deberán comparecer ante el Tribunal Oral Federal cada miércoles, jueves y viernes hasta el 16 de septiembre, pero esta semana lo harán las enfermeras y médicos que atendieron el parto y a los mellizos. Los ex militares Pascual Oscar Guerrieri, Jorge Alberto Fariña, Juan Daniel Amelong, Walter Salvador Pagano y Marino Héctor González; junto con el médico anestesista Juan Antonio Zaccaría, quien se desempeñaba como jefe de terapia intensiva del Hospital Militar, están acusados por los delitos de sustracción de menores y sustitución de identidad en el caso de los mellizos que dio a luz Raquel Negro. En la primera jornada de testimoniales, a partir de las 10, declararán Sabrina Gullino y Sebastián Álvarez, ya que el represor Eduardo Costanzo, que también estaba citado, solicitó una reprogramación argumentando problemas de salud. Sabrina es la nieta número 96 a quien las Abuelas de Plaza de Mayo restituyeron su identidad, el 23 de diciembre de 2008. Según la investigación judicial, al día siguiente de su nacimiento, los mellizos fueron derivados al Instituto Privado de Pediatría, por complicaciones en su salud. Según el relato de Costanzo, el varón habría fallecido por un problema respiratorio y la nena fue dejada en un hogar de menores en las afueras de Rosario, donde permaneció hasta que fue dada en adopción legal, unos días después. En tanto, Sebastián Álvarez fue secuestrado el 2 de enero de 1978 en Mar del Plata, junto con su madre embarazada y la pareja de ésta, Edgar Tulio Valenzuela, y permaneció unos días con ellos en el centro clandestino de detención Quinta de Funes, en las afueras de Rosario. Será importante escuchar los recuerdos y el relato de sus abuelos sobre esa situación. Indispuesto Para este miércoles estaba previsto que declarara también Eduardo Rodolfo Costanzo, un ex agente de inteligencia del Ejército e integrante de la patota rosarina desde julio de 1977 hasta fines de noviembre de 1978, cuando fue enviado a Tucumán, donde se ganó el apodo de Tucu o Tucumano con el que aún hoy se lo conoce. Su testimonio durante la instrucción fue el que abrió el camino que terminó en la restitución de la identidad de Sabrina Gullino, pero también permitió desentrañar cómo fue el operativo de traslado de Raquel Negro a Paraná. Sin embargo, Costanzo presentó el lunes un escrito ante el Tribunal Oral Federal solicitando que se lo exima de concurrir a declarar por cuestiones de salud. El represor adjuntó certificados médicos que dan cuenta de que padece una serie de problemas intestinales que le impiden viajar desde Rosario a Paraná, algo que fue constatado por los peritos médicos enviados por el tribunal, según se indicó. Ante esa situación, es de esperar que el tribunal reprograme la fecha de su declaración en función de la evolución que presente el cuadro clínico, o que arbitre otros medios para que se concrete la testimonial. Un testimonio central Eduardo Costanzo declaró el 27 de noviembre de 2007 ante la jueza federal Myriam Galizzi en el marco de la causa que se investigaba en Paraná. El ex agente de inteligencia fue condenado en abril del año pasado a prisión perpetua por el secuestro y homicidio de militantes montoneros que estaban privados de su libertad en los centros clandestinos de detención Quinta de Funes, La Intermedia, Escuela Magnasco y La Calamita. La misma pena recibieron los otros integrantes de la patota rosarina: Pascual Oscar Guerrieri, Juan Daniel Amelong, Walter Salvador Pagano y Jorge Alberto Fariña, todos imputados en esta causa. Durante la etapa de instrucción, Costanzo contó que Raquel Negro fue trasladada a Paraná porque en la capital entrerriana funcionaba “el único hospital militar de la zona” y que el operativo estuvo a cargo de Paúl Alberto Navone –integrante del Destacamento de Inteligencia 122, con sede en Santa Fe, que se suicidó el día que debía presentarse a declarar– y fue coordinado por Marino González, que era quien organizaba las guardias. Costanzo dijo además que Raquel Negro fue internada en el Hospital Militar como sobrina del jefe del Segundo Cuerpo de Ejército, Leopoldo Fortunato Galtieri, “y siempre estaba custodiada por personal que venía desde Rosario y se relevaba cada 24 horas; tenía una habitación alejada, con dos camas, una ocupada por ella y otra por el custodio. Todo esto hasta el nacimiento de los bebés” y acotó que “el chiquito había nacido muerto, de acuerdo con lo que contaron Pagano y Amelong, y a la nena la dejaron en un convento en Rosario, esperaron un momento, dejaron el timbre conectado con un escarbadientes y salieron corriendo cuando una monja preguntó qué buscaban, según dijo Pagano”.
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