Jueves 22 de septiembre de 2011
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Interés general
Represor sugirió donde está el mellizo Negro
“Háganle un ADN al hijo de Navone”, sugirió Costanzo. El ex informante de los represores deslizó la posibilidad de que el hijo desaparecido de Raquel Negro haya sido robado por el militar. Dijo que vio el cadáver de la militante.
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“Háganle un ADN al hijo de Navone”, sugirió Costanzo.

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áganle un (análisis de) ADN al hijo de Navone, o al hijo del hermano de Navone”. La frase fue disparada por Eduardo Costanzo en la declaración testimonial que prestó el miércoles en el juicio por el robo de los hijos mellizos de Raquel Negro, tras dar a luz en el Hospital Militar de Paraná. Costanzo fue un agente civil de Inteligencia del Segundo Cuerpo del Ejército. Durante la dictadura actuó en distintos operativos –en el marco de la represión ilegal– junto a algunos de los procesados, a los que reconoció precisamente de haber compartido tiempo en la Quinta de Funes, un centro clandestino de detención ubicado en las afueras de Rosario, donde estuvieron detenidos Raquel Negro y Tulio Valenzuela, padre de los mellizos, antes de que los hicieran desaparecer. Básicamente Costanzo ratificó lo que había declarado en la instancia de Instrucción y en las diferentes entrevistas que mantuvo con los periodistas rosarinos Reynaldo Sietecase y Carlos Del Frade. Con lenguaje coloquial y un relato cargado de descalificativos para los procesados, el ex colaborador de la dictadura precisó que tuvo conocimiento de que a Raquel Negro “la trasladaron desde Rosario al Hospital Militar de Paraná, como sobrina de Galtieri” y que desde aquella ciudad santafesina venía personal militar a custodiarla diariamente. Durante un largo tramo de su testimonio, que se extendió por casi dos horas, Costanzo –conocido también por el apodo de Tucu– recreó la historia que ya había hecho pública en instancia anterior y comprometió la situación de Juan Amelong, Walter Pagano, Marino González, Jorge Fariña y Pascual Guerrieri. En ese sentido sostuvo que Amelong y Pagano fueron los responsables de llevar a la niña melliza a Rosario, donde “la tiraron en un convento”. Hay que recordar que se trata de Sabrina Gullino, que hoy con 33 años de edad conoce su identidad de origen y se constituyó en querellante en este juicio. “Estoy orgulloso de que Sabrina tenga su identidad gracias a mí”, dijo Costanzo en el juicio, aludiendo así a que con su testimonio se pudo reconstruir la historia y llevar a seis personas frente al estrado judicial para juzgarlos por robo de niños y sustitución de identidad. Puntualizó que fue Pagano, quien puso un palillo en el timbre para que quede sonando en el Hogar del Huérfano de Rosario, para que descubran a la niña que dejaron en la puerta. De Jorge Fariña dijo que “era el jefe de operaciones y por eso sabía todo lo que se estaba haciendo”. No dudó en calificar de “patota” al grupo integrado por los procesados y precisó que “se dedicaban a hacer las detenciones y los vuelos de la muerte”, en referencia al modo en que los represores se deshacían de los cuerpos de los presos políticos del régimen dictatorial. “No tengo rencor con ninguno de ellos, pero necesito hablar”, dijo antes de explicar que el jefe del Destacamento 121 de Rosario, era Alcides Juvenal Pozzi, al que definió como “una figura decorativa”, el segundo jefe era el teniente coronel Pascual Guerrieri; el jefe de Operaciones Especiales era Jorge Fariña y su segundo era Juan Amelong; y el jefe de Operaciones de Calle era Marino González. Cuando los jueces le preguntaron cuál era la motivación que lo llevó a hablar, a revelar los secretos de esta historia y señalar a los autores de los operativos ilegales, Costanzo respondió: “Es una cosa que me golpeaba en la cabeza. Yo viví obsesionado por esa chica”, dijo en alusión a Raquel Negro. Al respecto contó que vio a Raquel Negro, a la que identificaban con el nombre falso de María Amarilla, en la Quinta de Funes, embarazada, y luego del traslado a Paraná y que diera a luz a los mellizos vio su cadáver. Sospechas Costanzo expresó su convicción de que el hijo mellizo varón de Raquel Negro no murió en el parto, pese a que declaró que los comentarios que llegaron a la Quinta de Funes eran que no había sobrevivido. “No sé por qué decían que había nacido muerto, si para que se corra la bola y poder robarlo”, evaluó el testigo. Seguidamente deslizó su sospecha hacia Paul Alberto Navone, un militar implicado en “la patota” que se suicidó en febrero de 2008, el día en que debía prestar declaración ante la jueza federal de Paraná, Myriam Galizzi, por este mismo caso. Navone era el “apoyo logístico” en la capital entrerriana de los grupos de tareas que trasladaban y custodiaban a Raquel Negro. “Háganle un (análisis de) ADN al hijo de Navone, o al hijo del hermano de Navone”, dijo el miércoles Costanzo, para expresar sus sospechas de que fue el militar quien se quedó con el hijo varón de Negro. “Háganle un ADN al hijo de Navone, que el día que se mató lo mandaron a España, y al hijo del hermano de Navone, que vive en Casilda. Allí era vox populi que Navone tenía un hijo de desaparecidos, o él o el hermano”, profundizó el testigo. “Hace un año y medio vengo luchando para que el atorrante del juez (federal de Rosario, Marcelo) Bailaque le tome declaración a Carlos Razetti”, a quien identificó como “el hijo de un hombre al que mató la triple A, que estuvo preso y fue torturado”. “Razetti sabe quién mató a Raquel Negro y el destino que tuvieron los mellizos”, aseguró categórico. Agregó que “hay un periodista que vive Barcelona, Oscar Kopaitich, que viene dando alaridos en internet, diciendo quiénes mataron a Raquel Negro y quiénes tienen al hijo” (ver nota aparte). Escalofriante El testigo no ahorró insultos para los procesados. A Marino González lo calificó de “mentiroso y cagón”, a Amelong, de “psicópata asesino” y a Guerrieri de “ladrón, hijo de puta”. Tanto que el presidente del tribunal, Roberto López Arango debió llamarle la atención. “Mentiroso, cagón que no tiene bolas para afrontar esta situación, por qué no habla de la forma en que tiraba la gente al mar”, dijo en referencia a González. “Sebastián y Sabrina –dijo refiriéndose al primogénito de Raquel Negro y a su hermana que recuperó la identidad en 2008– miren bien a este hombre porque es el último que toca a su madre. Él es el que tiraba la gente desde los aviones”. Desde su lugar en el banco de los acusados, Marino González no hacía ningún gesto, aunque seguía atento el testimonio en su contra. “Sebastián –agregó dirigiéndose al hijo de Negro–, ése la mató a tu madre; la tiró al mar para que la coman los tiburones”. Y agregó que otro agente que iba en los aviones le contaba “cómo flameaban en el aire los cadáveres que tiraba desde el avión, y cómo se manchaba de sangre el agua cuando golpeaban”. Por un largo lapso continúo con un relato estremecedor donde dio cuenta que en la finca de Amelong un día ejecutaron a 16 presos políticos. Aseguró que habían inventado una historia de liberación de una presa y con ese argumento, militares y presos comieron juntos, celebraron, brindaron y luego convidaron a los detenidos con whisky envenenado. “El que no se moría enseguida se ponía a llorar. Y la mujer que supuestamente iban a liberar comenzó a llorar; la habían envenenado”. Fue allí cuando contó el colaboracionista de la dictadura que en la quinta de Amelong –también llamada La Intermedia– un día llegó un Peugeot 504, de donde “bajaron el cadáver de Raquel Negro, totalmente desnuda, atada de pies y manos y con una bolsa (en la cabeza)”. Agregó que el cuerpo de la militante desaparecida se agregó a los otros cadáveres y fueron cargados en un camión Mercedes Benz para luego arrojarlos al mar. En la crudeza de su testimonio, Costanzo contó también cómo los represores robaban autos y otros valores. “Son unos ladrones, delincuentes y asesinos”, lanzó el testigo. La pista que lleva a Navone El nombre de Oscar Natalio Kopaitich apareció en escena en el juicio. Se trata de un militante peronista residente en Barcelona a quien el represor Eduardo Tucu Costanzo pidió que se cite como testigo porque tendría importantes datos para dar sobre el paradero del mellizo varón de Raquel Negro y Tulio Valenzuela. “El que sabe bien cómo fue que Paúl Navone se llevó al mellizo de Raquel Negro del Hospital Militar de Paraná en 1978 es Oscar Kopaitich, que está en España”. La cita del Tucu retumbó en la sala y prendió más de un alerta entres las partes, porque viene a echar luz sobre un punto clave de esta investigación que es dónde está el mellizo. En varias comunicaciones, vía telefónica o por mail, el militante de la Tendencia Revolucionaria del PJ en la turbulenta década de 1970 en Rosario, Kopaitich, agregó más datos a la sugerencia que Costanzo dejó picando en la sala. Kopaitich compartió la escuela primaria con Paúl Navone en la ciudad de Casilda, próspera por su explotación agropecuaria, cenicienta entre las ciudades del sur santafesino. “Pobre diablo, siempre le faltaban cinco para el peso, ya que siempre el eje de cualquier joda o agresión propia de esa época; era la década de 1950 y si no te acomodabas a esa joda te hacías milico a cura”, señala en sorna. “Este subnormal terminó en el Liceo Militar de Santa Fe”, acotó. Kopaitich contó al portal santafesino Notife también: “Pagano que fue uno de los que llevó a la nena al hospicio de huérfanos; el coche lo conducía Marino González, el mismo que retiró a Raquel Negro de La Intermedia, que es un campo de propiedad de la familia Amelong, ubicado exactamente frente a la estación de servicio de la autopista Rosario-Santa Fe, en La Ribera, a pocos metros del Río Carcarañá”. Asimismo, remarcó que “el tema fue manejado por el interés de Navone en apropiarse de una de las criaturas y la orden de matarla cuando diera a luz era directa de Galtieri” y en otro tramo de la entrevista agregó que “cuando Raquel Negro hizo un parto perfectamente normal y tuvo a los mellizos, para llevarse el niño, que es lo que él quería, Amelong y Guerrieri, lo obligaron a fusilar a la Negra. Y lo hizo”. –¿Cómo se enteró del suicidio de Navone? –Para mí lo suicidaron los mismos que nombro anteriormente, porque iba a vomitar hasta lo comido el año anterior. No me cabe en la cabeza que fuese capaz ni de suicidarse. –¿Navone se llevó el niño? –La investigación sobre el niño robado por Navone es muy fácil de llevar a cabo, si en Casilda sigue viviendo el Negro, hermano de Paúl, casado con la Chiqui, y un flor de tipo, que creo no se hablaba con el hermano. Todo lo que hay que hacer es encontrar a la viuda de Paúl y preguntarle cuántos hijos tiene y cuál no nació de su vientre. Ya está. Yo señor, no señor El tipo apareció trajeado como nunca. En realidad los cinco sabían que no era un día más sino que enfrente tendrían a un interlocutor que podría comprometerlos. Era para ellos el día más importante de todos los que tendría este juicio oral y público. “Soy totalmente inocente de todo lo que se me imputa y yo también quisiera saber lo que ha pasado con los mellizos”, fue lo primero que dijo Jorge Alberto Fariña. “Quiero decir también que no hice ningún pacto de silencio porque no puedo pactar sobre lo que no sé”, agregó enseguida el represor. Fariña tiene 69 y lleva una década tras las rejas. Pero en otro tiempo supo ser un hombre poderoso. De ésos que decidía quién vivía y quién moría. Era jefe de operaciones especiales del Destacamento de Inteligencia 121 de Rosario y tercero en la línea de mando, debajo de Alcides Juvenal Pozzi y Pascual Oscar Guerrieri. En resumidas cuentas, tuvo a su cargo la organización y coordinación de todas las acciones clandestinas que realizaba la patota, entre ellas, el plan para el traslado de Raquel Negro a dar a luz en el Hospital Militar de Paraná. Pero el hombre niega todo eso. Su nombre de guerra era Sebastián, aunque tampoco eso quiera recordar o prefiera negar. Fariña eligió el día en que declararía Eduardo Costanzo para hacer su descargo. Dijo entonces que el hombre que lo acusaría es “delincuente”, “estafador”, “mentiroso”, “extorsionador”, “fabulador” y “mitómano” y que se trata de “un personaje perverso que lo único que sabe hacer es denunciar”. Fariña dijo que en la fecha en que se organizó el operativo para el traslado de Raquel Negro a Paraná estaba de vacaciones en Mar del Plata y, citando información de su propio legajo, precisó que tomó licencia entre el 8 de febrero y el 8 de marzo de 1978, y que luego fue afectado a tareas de seguridad relacionadas con el mundial de fútbol. De esa forma intentó correrse de la escena y evadir todo tipo de responsabilidad. “Ojalá se sepa lo que pasó con los mellizos de la señora Raquel Negro”, insistió luego. Y se permitió sugerir pistas para orientar la búsqueda: “La investigación debe dirigirse hacia Navone y Costanzo y hacia el IPP (Instituto Privado de Pediatría)”. Nombres de guerra Jefes. Pascual Oscar Guerrieri: Mayor Jorge Jorge Alberto Fariña: Sebastián Juan Daniel Amelong: Teniente Daniel Marino Héctor González: Pepe Agentes de inteligencia Juan Andrés Cabrera: Andrés o Barba Eduardo Costanzo: Castro Ariel López: Aldo Walter Pagano: Sergio II Ariel Porra: El Puma Walter Ruscoe: Barbeta
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