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asta la actualidad, todo el poder lo tenían los gremios que logran la bendición estatal de la personería. A partir de ahora, tras el reciente fallo de la Corte Suprema que diluye la personería gremial, una organización paralela con una mera inscripción, puede disputar la representación formal en la conciliación o en la negociación informal, y lo convenido en esa instancia será obligatorio para las partes. Los que festejaron con mayor euforia son los dirigentes de la CTA disidente. En un documento interno, el abogado Horacio Meguira advirtió: “el fallo le da legitimidad y fuerte legalidad a lo que un sector de trabajadores, dentro o fuera de la CTA, ya viene realizando. Si comparamos burdamente: mientras que los sindicatos-empresas usan la personería gremial como patente de corso otorgada y legalizada por el Ministerio de Trabajo, la Corte nos ha dado un brevet de piloto”. Tal como se precisó en Clarín, el tema acaparó la última reunión de la CGT Azopardo. En medio de un griterío. Gerónimo “Momo” Venegas advirtió que “si le dan poder a los gremios sin personería, este modelo sindical se va a la mierda”, mientras que Facundo Moyano defendió “la igualdad de condiciones” entre todos los sindicatos y causó urticaria al hablar de un proyecto que permitiría que los empleadores actúen como agentes de retención de la cuota sindical para los gremios con inscripción (hoy, limitado a los que tienen personería). Hugo Moyano no pareció sentirse inquieto. “Si existe la CTA es por culpa nuestra”, dijo. Dos de sus principales laderos, como Omar Plaini y Juan Carlos Schmid, que el viernes pasado lideró un fuerte paro de la actividad portuaria, dijeron que la solución sería “democratizar los estatutos”. El problema, que nadie admitió, es que los sindicalistas quieren estatutos que garanticen la democracia cuando están en la oposición, pero cuando llegan al poder siempre les conviene anular la competencia.