Domingo 04 de abril de 2010
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Interés general
A comprar que la plata quema en las manos
Así como la deflación retrasa decisiones, por el contrario, la constante suba de los precios suele adelantarlas. Las cuotas fijas en pesos para adquirir electrónicos se convirtieron en motor de esa tendencia.
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E

l cóctel tiene tres ingredientes: alta inflación, dólar planchado y tasas bajas de los plazos fijos. El resultado ya comenzó a notarse y los comerciantes creen que se acentuará en los próximos meses: los consumidores empezaron a adelantar compras de algunos productos para ganarle de mano a la suba de precios. Por eso ahorran menos e intentan aprovechar las promociones para adquirir bienes durables en cuotas sin interés. Pero según los economistas especializados en consumo masivo, el fenómeno de la plata “que quema las manos” encontrará un límite cuando las familias vuelvan a ver crecer su nivel de endeudamiento. Entonces harán falta impulsos genuinos a la demanda que compensen la inflación, como recomposiciones de los sueldos y mejoras de los planes sociales. Para el ex subsecretario de Comercio Roberto Dvoskin, director de la maestría en marketing de San Andrés, el auge consumista en curso “empezó a desatarse en septiembre u octubre del año pasado, cuando se reforzaron las jubilaciones y los subsidios y cuando empezaron a recuperarse los sueldos después de la crisis”. La aceleración posterior de la inflación, lejos de ahuyentar a los clientes de los comercios, reforzó la tendencia porque para Dvoskin hizo “que sea buen negocio consumir”. Especialmente frente a plazos fijos que no pagan más que el 10% anual (menos de la mitad de la inflación prevista para 2010 por los privados) y frente a un dólar que todavía luce caro y cuyo valor se estima fijo al menos hasta mitad de año. Quienes todavía podrían ahorrar no saben cómo proteger esos ahorros; por eso se dejan tentar por las ofertas. Según Victoria Giarrizo, directora del Centro de Economía Regional y Experimental (CERX) y experta en economía del comportamiento, el actual boom del consumo es distinto al de 2007, el último del que se tiene registro. “En aquel momento la gente se sentía más rica y gastaba más, por aquello que la teoría llama ‘ilusión monetaria’. Los sueldos subían y los precios también, pero se percibía una mejora en el poder de compra incluso superior a la real. Hoy los consumidores ven que hay aumentos salariales pero nadie se siente más rico. El crecimiento del consumo es para cubrirse y para aprovechar las cuotas que permiten ganarle a la inflación”, aseguró ante Crítica de la Argentina la economista. “En 2007 todavía crecía el empleo, así que se sumaban ingresos a los hogares. Ahora suben los sueldos pero menos que la inflación. Y encima no hay nuevos empleos”, comparó Giarrizo. Para Dvoskin, “la gente adelanta sus consumos en algunos bienes durables, como los televisores”, pero “no se compra otra heladera si ya tiene una” y “tampoco compra más carne sólo porque piense que va a subir”. A su juicio, “la novedad es que el Gobierno está incentivando el consumo de las clases más bajas, con medidas como la asignación universal por hijo”. Pero el riesgo es que esa demanda se neutralice por la inflación. El director de la Fundación Mercado, Oscar Liberman, mide mes a mes mediante una encuesta las expectativas de los consumidores. Sus últimas cifras reflejan que dos tercios de la gente espera más inflación para lo que queda del año y sólo un tercio prevé precios estables. “Por eso los sectores medios optan por endeudarse más con las cuotas y los más ricos pasan a ahorrar un poco menos para concretar consumos durables que venían demorando, como la compra de un auto o de un artefacto para el hogar”, sostuvo. El fenómeno de las cuotas explica el reciente boom de venta de televisores, LCD, plasmas, computadoras de escritorio y laptops. También las onerosas campañas de publicidad que desplegaron las cadenas que los comercializan. Según Giarrizo, el impulso también responde a que las tarjetas de crédito elevaron sus topes de endeudamiento por cliente. Y a que el año pasado la mayoría de la gente optó por reducir sus niveles de deuda, sin comprar nada más en cuotas y pagando a duras penas lo que arrastraba de años previos. “El problema es que hacia agosto o septiembre eso se puede agotar, cuando se llegue a un nuevo límite de las deudas. Estos procesos nunca son sostenibles en el tiempo y lo que hace falta son ingresos genuinos”, opinó la especialista. (Fuente: Crítica)
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