A
poco de asumir como presidenta de la Asociación Internacional de Mujeres Juezas (AMJA), la vocal del Superior Tribunal de Justicia de Entre Ríos, Susana Medina de Rizzo, formó parte del grupo de magistrados argentinos que recibió este viernes el Papa Francisco, en la Academia de Ciencias del Vaticano, en Roma. Allí, la máxima autoridad de la Iglesia Católica dio un discurso frente a fiscales y magistrados de Argentina y otros países, que participan de un seminario sobre trata de personas y criminalidad organizada impulsado por la Santa Sede. En su mensaje ante los jueces y fiscales, Su Santidad denunció que "sin duda, uno de los más grandes males sociales del mundo de hoy es la corrupción en todos los niveles, la cual debilita cualquier gobierno, la democracia participativa y la actividad de la justicia”. Luego les pidió "una especial atención en hacer justicia en el campo de la trata y del tráfico de personas y, frente a esto y al crimen organizado, les pido que se defiendan de caer en la telaraña de las corrupciones”. En ese marco, el Papa defendió que la Iglesia participe de la política: "no cabe el adagio de la ilustración de que la Iglesia no deba meterse en política: la Iglesia debe meterse en la alta política, porque, cito a Pablo VI, la política es una de las formas mas altas del amor, de la caridad", afirmó y criticó a quienes "quieren dar una visión ilustrada de lo que debe ser una academia", dijo según informó la agencia Télam. “Tal vez se puede ayudar el aplicar, según las modalidades propias de cada país, de cada continente y de cada tradición jurídica, la praxis italiana de recuperar los bienes mal habidos de los traficantes y delincuentes para ofrecerlos a la sociedad y, en concreto, para la reinserción de las víctimas”, explicó Francisco. “Los jueces están llamados hoy más que nunca a poner gran atención en las necesidades de las víctimas”, sentenció Francisco y aclaró: “son las primeras que deben ser rehabilitadas y reintegradas en la sociedad y por ellas se debe perseguir sin cuartel a los traficantes y carníferos”. Además, el pontífice los animó a "sentirse y proclamarse libres de las presiones de los gobiernos, de las instituciones privadas y, naturalmente, de las estructuras de pecado de las que habla mi predecesor Juan Pablo II, en particular el crimen organizado". "Yo sé que ustedes sufren presiones y amenazas y sé que hoy día ser juez es arriesgar el pellejo y eso merece un reconocimiento a la valentía de aquellos que quieren seguir siendo libres en el ejercicio de su función jurídica. Sin esta libertad, el poder judicial de una Nación se corrompe y siempre corrupción", exclamó.